“Los alimentos orgánicos, biológicos o ecológicos son aquellos que se cultivan, crían y procesan utilizando métodos naturales con el fin de lograr un producto alimenticio más sano que no contengan aditivos químicos ni compuestos sintéticos”, comenta la nutricionista Liliana Grimberg (MN 978). Y agrega: “Otra ventaja de estos alimentos es que favorecen al medio ambiente porque su cultivo se hace con sistemas productivos no contaminantes”.
La mejor calidad de estos alimentos se manifiesta en la mayor cantidad de vitaminas y minerales que contienen y en su sabor más intenso, resultado de respetar los tiempos de maduración y la no utilización de procesos o aditivos que fuercen el crecimiento de las plantas. En el caso de los animales, se elimina el uso de hormonas y antibióticos como formas de aumentar el rendimiento de la producción.
Germinados
Se pueden comprar en dietéticas y en algunas verdulerías o germinarlos en el hogar.
“Los más usados son los de lentejas, garbanzos, arroz, mijo, quínoa, cebada, avena, alfalfa, chía y girasol. Conviene siempre remojar las semillas y legumbres para activarlas, es decir despertar su capacidad germinativa y tienen numerosas propiedades” afirma la especialista.
– Favorecen los procesos de desintoxicación, depuración y eliminación de toxinas almacenados en los tejidos o en la sangre.
– Los germinados, especialmente de legumbres, proporcionan al organismo los ocho aminoácidos esenciales.
– Fortalecen el sistema inmune y el sistema nervioso.
– Alcalinizan la sangre.
– Son antioxidantes, combaten la acción de los radicales libres y previenen el envejecimiento prematuro.
– Facilitan la digestión y activan los procesos de regeneración del aparato digestivo.
– Mejoran el funcionamiento intestinal, alivian el estreñimiento y fortalecen la flora intestinal.
– Las semillas germinadas con más clorofila -trigo y alfalfa- activan el metabolismo celular, suben las defensas y la capacidad regeneradora de las células.
Leches vegetales
“Si bien es un producto básico de nuestra alimentación, la leche de vaca tiene cada vez más detractores. La prueba es que una gran cantidad de niños y adultos con asma crónico y alergias respiratorias o de piel revierten sus cuadros al dejar de consumirla. Sucede que la caseína presente en los lácteos, una proteína de gran tamaño y muy indigesta para el organismo, produce una gran cantidad de flemas y mocos”, sostiene Grimberg. Por ello, cada vez más personas recurren a leches vegetales, preparadas con semillas, frutos secos o cereales, y con múltiples propiedades.
– Son una fuente de calcio, por eso sustituyen a los lácteos, y también de hierro, magnesio, hierro y vitamina E.
– No contienen lactosa ni colesterol.
– Aportan ácidos grasos esenciales, como los omega 6 y 3, que estimulan la actividad mental, contribuyen al funcionamiento de los sistemas circulatorio y nervioso, y fortalecen las defensas.
– Aportan antioxidantes que previenen el envejecimiento prematuro de la piel.
– Ayudan a eliminar toxinas del organismo.
– Contrarrestan la digestión lenta, el estreñimiento y el colon irritable.
– Brindan resultados favorables en casos de problemas respiratorios, diabetes y osteoporosis.
Las leches vegetales son aptas para todos los estadios de la vida y pueden consumirse a partir de los seis meses de edad. En este caso, el médico pediatra indicará la cantidad y elección del ingrediente más conveniente.
Pueden prepararse con semillas, frutos secos y cereales; aunque, por su aporte de calcio, las almendras, la nuez, el sésamo y el alpiste (tiene que ser una versión apta para consumo humano) son los más elegidos. Se aconseja ir variando de semilla o cereal en la semana, ya que cada ingrediente tiene nutrientes diferentes.
La quinoa
“Si se la compara con la mayor parte de los cereales, esta semilla contiene más proteínas y grasas, aunque éstas últimas son en su mayoría insaturadas, destacándose los ácidos omega 6 y 3. Su aporte calórico es semejante o levemente superior a un cereal, pues contiene menor cantidad de hidratos de carbono”, explica la nutricionista.
También se destaca su contenido de potasio, magnesio, calcio, fósforo, hierro y zinc, mientras que aporta vitaminas del complejo B en cantidades apreciables y vitamina E con función antioxidante.
Al poder emplearse como un cereal, la quinoa es especialmente beneficiosa en la dieta de personas celíacas, ya que no contiene gluten. Asimismo, por su alto contenido en fibra y su mayor aporte proteico respecto a los cereales, tiene un bajo índice glucémico, lo que la vuelve ideal para personas con diabetes o que desean adelgazar con una alimentación sana.
Además, es de gran ayuda para controlar los niveles de colesterol en sangre, ya que su fibra y sus lípidos insaturados favorecen el perfil lipídico en el organismo. También combate el estreñimiento dado su alto contenido de fibra insoluble, y puede ser de gran utilidad en la dieta de personas vegetarianas, ya que posee una elevada proporción de proteínas y hierro de origen vegetal.
Para emplear la quínoa es importante hacer un lavado previo de las semillas, frotando las mismas suavemente con las manos, bajo el agua, de manera que se quite la capa de saponinas (sustancia toxica) que recubre las semillas y le aporta un sabor amargo. No alcanza con remojar, sino lavar y enjuagar. Posteriormente, se debe hervir entre 15 a 20 minutos o hasta que se abra la semilla y colar. Se puede utilizar en todo tipo de preparaciones como ensaladas, guarniciones con diferentes tipos de carnes, como rellenos de hortalizas, revueltos de verduras, etc.