En Argentina, cada año se registran 4500 casos, y provoca alrededor de 1500 muertes. Las causas son desconocidas, y por eso se dice que no puede ser prevenido. Es por esto que resulta fundamental el diagnóstico temprano para combatirlo.
El linfoma es un cáncer que se origina en las células del sistema linfático, llamados linfocitos. El sistema linfático es la parte central de la respuesta inmunitaria. Es una red de tejidos y órganos que produce, almacena y transporta los glóbulos blancos que luego le permitirán al cuerpo combatir las infecciones. Si bien funciona como escudo de protección del cuerpo, puede ser el blanco de algunas patologías graves.
La lucha contra este tipo particular de tumores también sufrió el impacto de la pandemia, debido a las restricciones en la atención médica. Mientras el sistema de salud intentaba controlar el Covid-19, se restringió la atención médica a aquello que resultaba necesario para manejar la pandemia. Por eso, bajó la cantidad de diagnósticos y controles. En patologías como está, el diagnóstico temprano es esencial para poder combatirlas.
Los tumores se pueden dividir en dos subtipos: el linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin. El primero se propaga de manera ordenada de un grupo linfático a otro, mientras que el segundo se traslada a través del sistema linfático de manera desordenada.
Los más comunes suelen ser los linfomas no Hodgkin, los que se trasladan de manera desordenada. A su vez, se subdividen según el linfocito que le dio origen: B o T. “Los linfomas no Hodgkin B, a su vez, pueden clasificarse según el comportamiento clínico en linfomas indolentes y linfomas agresivos. El más frecuente es el linfoma difuso de células grandes B, que es de comportamiento agresivo”, explica la hematóloga Laura Korin (MN 128736), miembro del staff de Hematología del Instituto Alexander Fleming. Según las cifras oficiales, en 2020 se reportaron 3557 casos nuevos de linfoma no Hodgkin y 1.022 de linfoma de Hodgkin en Argentina. A su vez, de acuerdo a las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Salud de la Nación, cada año causan 1.357 y 170 muertes, respectivamente.
Entonces, los linfomas surgen cuando los linfocitos sufren mutaciones que les permiten sobrevivir y acumularse en ganglios, bazo, médula ósea y otros órganos del cuerpo. Es decir que en vez de cumplir el proceso normal de cualquier célula (proliferar y morir de forma ordenada), comienza a multiplicarse y distribuirse dentro del sistema encargado de defender el organismo.
“El síntoma más frecuente es la aparición de ganglios palpables en el cuello, axila e ingle. Estos ganglios suelen ser duros y generalmente no dolorosos. Existen síntomas generales asociados al linfoma que se conocen como síntomas B. Estos comprenden: pérdida de peso de más del 10% sin causa aparente que lo justifique, fiebre a predominio vespertino y sudoración nocturna profusa. También la astenia marcada y, en el linfoma de Hodgkin, la aparición de prurito”, explica la médica.
El linfoma no Hodgkin puede ocurrir a cualquier edad pero es más frecuente en adultos mayores. En cambio, el linfoma de Hodgkin, tiene su pico mayor de incidencia en adultos jóvenes y luego un segundo pico en mayores de 60 años.
Si bien todavía no se pueden determinar cuáles son las causas que producen un linfoma, existen algunas pautas que pueden ser útiles para detectarlo. “Hay ciertos factores como por ejemplo la edad, la historia de enfermedades autoinmunes o la infección por VIH, que pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo. No hay una manera de prevenir el linfoma, pero la consulta precoz ante la aparición de síntomas relacionados puede ayudar a detectar la enfermedad en estadios más tempranos”, agrega la Dra.
Además, la Dra afirma que hay un porcentaje mayor de pacientes con estadios más avanzados por consultas tardías. “También observamos una reducción en las consultas de seguimiento de los pacientes tratados previamente por linfoma y esto podría implicar un retraso en la detección de recaídas”, explica la hematóloga. Es por esto que el desafío de los especialistas ahora es retomar el ritmo habitual de la detección para poder tratar a tiempo. En caso de detectar un síntoma compatible con un linfoma se debe concurrir al médico para realizar un examen físico en busca de adenopatías (ganglios aumentados de tamaño) y esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo, etc.).
“Los linfomas pueden comprometer zonas del cuerpo no accesibles a la palpación y por ello es necesario realizar estudio de imágenes como tomografía o PET scan. Estos estudios no solo son útiles para la estadificación (la evaluación de la extensión de la enfermedad) sino también para ayudarnos a elegir el mejor sitio de biopsia”, detalla la experta.
El diagnóstico se realiza con el resultado de la biopsia del lugar que potencialmente puede ser comprometido por la enfermedad. Un hematopatólogo se encarga de revisar el material para, mediante la morfología del ganglio y la marcación de las células, informar si es compatible con linfoma y de ser así, de qué subtipo específico se trata. “Adicionalmente, se pueden tomar muestras para enviar a citometría de flujo que en algunos casos nos puede informar rápidamente en 24 o 48 horas si las células observadas en el material tienen marcadores compatibles con linfoma; y muestras para realizar estudios genéticos y moleculares”, explica Korin.