El espasmo del sollozo es un episodio sincopal o de pérdida de conocimiento que sigue una secuencia típica: es desencadenado por alguna causa como enojo, frustración, dolor o sorpresa que motiva el llanto; rápidamente el niño se queda quieto, exhala, deja de respirar y se pone azulado o cianótico; finalmente pierde el conocimiento y se pone tieso (con menor frecuencia fláccido). En total el episodio dura entre 2 y 20 segundos.
Hay dos tipos de espasmos del sollozo, el tipo cianótico y el pálido. En la variedad cianótica, el niño se enoja o frustra por algún motivo, llora vigorosamente y luego deja de respirar y se pone de color morado. Por lo general pierde la conciencia y queda fláccido. Estos episodios se repiten con cierta frecuencia: la mayoría de los niños presenta 1 a 6 episodios por semana.
El tipo pálido es menos frecuente, los episodios son provocados por un susto, una caída o un golpe. El niño llora sólo un poco y rápidamente se pone pálido; además puede presentar movimientos convulsivos antes de recuperar el conocimiento. En total es capaz de durar hasta un minuto y a veces el chico puede estar confuso o somnoliento tras recuperarse.
El espasmo del sollozo se presenta por lo general entre los seis meses y seis años de edad y en la mayoría de los casos comienza antes del año y medio. Es ligeramente más frecuente en varones que en mujeres, y en un 30% de los casos hay antecedentes familiares de episodios similares. Los niños con trastornos de conducta, hiperquinéticos, desobedientes, enuréticos y agresivos demostraron sufrir más episodios que otros chicos.
Si bien no se conoce el origen de estos eventos sincopales, se sabe que representan una interrelación entre el control respiratorio del sistema nervioso central y el sistema cardiopulmonar en el cual los niños responden en forma negativa a ciertos estímulos, siendo claro la naturaleza involuntaria de estos episodios. También se ha asociado su origen con la anemia por deficiencia de hierro: en un estudio en más de noventa niños se observó que aquellos que presentaban espasmo del sollozo severo tenían anemia con mayor frecuencia comparado con el grupo control. Luego se vio que que al recibir tratamiento con hierro muchos de estos niños mejoraban.
No hay un análisis o una prueba específica para confirmar el diagnóstico, el antecedente de un evento desencadenante y el cambio de coloración de la piel sugieren un espasmo del sollozo. A veces es difícil diferenciar los episodios de una convulsión epiléptica, aunque se puede realizar un monitoreo con video y electroencefalograma para descartar la enfermedad.
Como se mencionó al inicio el espasmo del sollozo es benigno y su pronóstico es excelente. Por lo general los episodios remiten alrededor de los cuatro años de edad y la maduración neurológica de los niños es completamente normal.