Si se hiciera un sondeo, probablemente se detectaría que el tema del calor está presente en más del 80% de las conversaciones. Que la alerta cambió de rojo a amarillo, a naranja… que hay sequía, que va a ser así todo enero. El calor alteró, además, la rutina de todos, ante la posibilidad de sufrir un “golpe de calor”.
El Dr. Leandro Seoane, coordinador de emergencias del Hospital Universitario Austral, explicó que el golpe de calor “eleva la temperatura corporal a más de 40º C y puede provocar trastornos neurológicos como delirios, convulsiones y coma”.
Los niños y los ancianos, los más afectados.
La incidencia real de esta enfermedad es desconocida, pero un estudio epidemiológico realizado en zonas urbanas de Estados Unidos arrojó un promedio de 20 casos por 100 mil habitantes, según citó el trabajo “Heat Stroke” publicado en 2002 en el New England Journal of Medicine. Este mismo análisis afirmó que “está aumentando la amenaza de golpe de calor debido al calentamiento global y a las olas de calor que se están produciendo en zonas de climas templados”.
Los más afectados son los niños y las personas de más de 65 años. “También quienes se ubican en un bajo nivel social y quienes padecen enfermedades crónicas”, agregó el Dr. Seoane.
¿Qué pasa cuando sube la temperatura corporal?
Nuestra temperatura corporal habitual, de 36º o 37º C, está dada por el metabolismo interno y la temperatura del medio. Cuando se eleva 1º, se activan los receptores de calor a nivel cutáneo que mandan la información al hipotálamo, centro responsable de la coordinación del sistema endocrino y el encargado de la termorregulación. Este responde aumentando el flujo sanguíneo a la piel, lo cual causa el sudor. Si el aire circundante no está saturado de humedad, la sudoración se evapora y enfría el cuerpo.
Cuando el organismo no puede mantener esta termorregulación empiezan las alteraciones locales y luego sistémicas, que desembocan en un “estrés de calor”, mala irrigación de los órganos, alteración inmunológica y de la barrera intestinal. Esto lleva al “golpe de calor”.
Es frecuente la aparición de taquicardia e hiperventilación (respiración agitada), y el descenso de la presión arterial. Si la enfermedad progresa empiezan a alterarse los órganos: el riñón, el hígado, el pulmón, el páncreas o el corazón.
Síntomas de alerta y cómo actuar
Algunos de los síntomas que pueden delatar el golpe de calor son: el dolor de cabeza, la fatiga o debilidad generalizada, la sed intensa, las náuseas o los vómitos y los calambres musculares. “Ante la duda, conviene tomar la temperatura de la persona. Si estuviese por arriba de los 40º C, hay que moverla a un ambiente frío, sacarle la ropa e iniciar el enfriamiento corporal con packs fríos en el cuello, axila. Se lo puede meter en una bañadera, darle bebidas frías y abundantes y trasladarlo rápidamente al hospital”, enumeró el Dr. Seoane. Agregó que si la temperatura de la víctima no superara los 40º, pero si tuviera cualquiera de los síntomas mencionados, debe trasladársela igual a un centro médico. Los antifebriles no demostraron ningún beneficio para este problema.
Prevención
– Tomar agua durante todo el día, por lo menos 2 litros.
– Evitar las comidas pesadas; consumir alimentos frescos (frutas y verduras).
– No consumir bebidas alcohólicas ni infusiones calientes.
– Vestir ropa liviana y suelta, de materiales finos y sintéticos, y de colores claros que no absorban el calor.
– Evitar el ejercicio físico al sol entre las 11:00 y las 18:00.
– Protegerse del sol con un sombrero y con protectores solares.
– La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda encender los acondicionadores de aire a una temperatura de 24º para mitigar los efectos del calor.
Para los niños
– Amamantar con más frecuencia a los bebés.
– Hacer que tomen mucha agua.
– Ubicarlos en lugares ventilados y frescos, a la sombra.
– Mojarles todo el cuerpo y la ropa con agua fría.