Los casos de rinitis en niños son cada vez más frecuentes y las causas de este fenómeno son amplias: condiciones ambientales particularmente complejas en las ciudades por la contaminación ambiental, la diseminación de alérgenos, la exposición al humo del tabaco y los cambios climáticos. La rinitis alérgica es la forma de presentación más común y hay sobradas evidencias que está en aumento, especialmente en niños.
Esta afección es una inflamación de la mucosa de las fosas nasales que se manifiesta por síntomas como los estornudos, la rinorrea acuosa (mucosidad nasal acuosa), la picazón de la nariz y el bloqueo nasal (nariz tapada).
Las rinitis pueden clasificarse en infecciosas (virales o bacterianas), alérgicas (estacionales o permanentes), ocupacionales (desencadenadas en respuesta a un agente presente en el lugar del trabajo) y no alérgicas ni infecciosas (grupo que incluye casos específicos).
Se calcula que 1 de cada 5 niños en el mundo tienen rinitis y la mayoría de las veces está acompañada de co-morbilidades. Dentro de estas últimas, las más frecuentes son la sinusitis, la conjuntivitis y el asma, que hacen que el control de esta afección respiratoria crónica sean más complejo. Como el niño no puede respirar por la nariz, lo hace por la boca lo que muy frecuentemente trae aparejado problemas relacionados con el sueño.
También está muy aclarado las consecuencias de la rinitis en rendimiento escolar. Por todo ello resulta de gran importancia consultar con el pediatra ante a los primeros síntomas para determinar cuál es el tratamiento más efectivo para poder enfrentarla.
En ese contexto, el tratamiento de la rinitis en los niños es de gran importancia en salud pública, ya que tiene alto impacto en la persona que la padece y en su familia, como asimismo desde un punto de vista socio-económico.
Cómo tratar la rinitis
Las terapias tienen que ser eficaces, seguras y deben permitir el control de los síntomas. En el caso de la rinitis, el tratamiento farmacológico más recomendable en niños es con antihistamínicos orales, de administración habitual en pediatría ya que permiten el control de los síntomas relacionados como los estornudos, la rinorrea acuosa (mucosidad nasal como agua), la picazón de la nariz y el bloqueo nasal (nariz tapada).
Numerosos estudios clínicos y meta-análisis han demostrado que los modernos anti-histamínicos no sedativos no tienen efectos adversos relevantes y tampoco producen somnolencia. Este último aspecto sumado al cese de los síntomas hace que los niños afectados mejoren su rendimiento social incluyendo el escolar al no tener molestias que los distraen. Adicionalmente, disminuyen los trastornos relacionados con el sueño, ya que mejora la respiración al dormir.
Adicionalmente y según la severidad del caso y el criterio médico pueden indicarse corticoides tópicos, particularmente en pacientes que presentan rinitis persistente. En paralelo al tratamiento farmacológico indicado por el médico, hay que generar ciertos hábitos que ayudan a reducir las concentraciones de elementos desencadenantes. Los médicos habituados al manejo de pacientes con rinitis saben dar normas para el control del medio ambiente y la eliminación de alérgenos (evitar el consumo de tabaco, eliminar alérgenos domésticos como ácaros o, llegado el caso, mascotas.
El tratamiento adecuado de la rinitis ayuda a alcanzar el mejor control de las co-morbilidades asociadas como sinusitis, asma y/o conjuntivitis. En conclusión, frente a los primeros síntomas es aconsejable consultar con el pediatra para iniciar el tratamiento adecuado y evitar malestar y baja en la calidad de vida del niño.