Existen pocas circunstancias en la práctica médica tan angustiantes como las creadas por las infecciones que se adquieren durante el embarazo y pueden afectar al feto o al recién nacido.
A fin de manejarse adecuadamente frente a estas situaciones, es importante recordar:
•De todas las infecciones que existen, muy pocas y en circunstancias muy especiales pueden afectar a la embarazada y al recién nacido. Entre ellas se destacan la rubéola, la toxoplasmosis, la hepatitis B, VIH y, en menor grado, el herpes y la varicela.
•La rubéola es causada por un virus que se presenta en general en invierno y en primavera y produce una erupción acompañada, algunas veces, de inflamación de los ganglios. En la mitad de los casos puede cursarse sin síntomas, por lo que sólo un análisis de sangre (serología) nos asegura si la tuvimos o no. De acuerdo con diferentes estudios, el 85 a 90 % de las mujeres en nuestro país enfermaron de rubéola. El resto es susceptible de contraerla y puede, si adquiere la infección durante los primeros meses del embarazo, infectar al feto y producirle al recién nacido problemas en la vista, el corazón y el oído.
Para saber si se tuvo o no, debe realizarse un análisis de sangre. Si da negativo, conviene vacunarse para estar protegida de este problema durante toda la vida fértil.
•La toxoplasmosis es una infección producida por un parásito que se adquiere al comer carnes no muy cocidas o verduras contaminadas o por estar en contacto con gatos. La mayoría de las veces se la adquiere sin darse cuenta y solo se sabe mediante un test de sangre (serológico). Si éste es positivo, la mujer estará protegida durante toda su vida fértil. Si es negativo y la infección la adquiere durante el embarazo, el recién nacido puede tener problemas oculares o del sistema nervioso central.
•La hepatitis B también es una infección que puede no presentar síntomas (75% de las veces). En la mujer embarazada es importante realizar los estudios (serológicos) para saber su situación en relación con la hepatitis B, porque este virus puede infectar al recién nacido y producir hepatitis crónicas. Esta situación puede evitarse totalmente si el recién nacido recibe la vacuna como lo indica el Calendario Nacional de Vacunación.
•Respecto al VIH (virus de inmunodeficiencia humana), hoy sabemos que las mujeres positivas detectadas, controladas y tratadas adecuadamente tienen poco riesgo de transmitir el virus al niño. Por ello, como ocurre con la hepatitis B, debería hacerse el análisis apenas la mujer sabe que está embarazada. Si resultara positiva tendrá la posibilidad inmediata de consultar y recibir las drogas antirretrovirales que eviten la infección en el recién nacido.
•El herpes genital rara vez se transmite al recién nacido. Sin embargo, el riesgo existe al momento del parto si la mujer tiene lesiones, lo que se observa en aquellas con antecedentes de herpes genital. En esos casos, la administración del aciclovir (antiviral) al final del embarazo evita la aparición de lesiones que puedan contagiar al recién nacido.
•La varicela es otra de las infecciones que, adquirida en los 3 primeros meses de embarazo puede, aunque en un porcentaje muy bajo, afectar al feto y al recién nacido. Esta situación se observa pocas veces, dado que el adulto ha tenido, en más del 90% de los casos, la enfermedad y está protegido de por vida. Si una mujer no recuerda si la ha tenido, es útil, antes del embarazo, vacunarse.
En resumen, existen infecciones que pueden afectar, cuando ocurren durante el embarazo, al feto y al recién nacido. Muchas pueden evitarse mediante una correcta y rápida evaluación y manejo. Usted merece disfrutar de su embarazo. Consulte a su médico antes de quedar embarazada o apenas lo sepa, para saber qué hacer y evitar este tipo de problemas.
