Las perturbaciones del sueño podrían suponer serios problemas para los astronautas que viajen un día a Marte, según una investigación efectuada en el marco de una simulación de misión marciana de 520 días de duración realizada en Rusia.
Seis voluntarios -tres rusos, dos europeos y un chino- participaron en la misión llamada «Mars500», efectuada entre 2010 y 2011 en colaboración con la Agencia Espacial Europea.
Durante esta experiencia, los científicos estudiaron los efectos fisiológicos y psicológicos de un confinamiento de larga duración en el espacio. Para hacerlo, contaron con la ayuda de instrumentos que grababan y medían los movimientos de los sujetos, sus periodos de sueño y de vigilia, su capacidad de concentración y su grado de fatiga y de estrés, así como sus tensiones con otros miembros del grupo.
La experiencia simulaba, en una cápsula, el vuelo de ida al planeta rojo de 250 días de duración, una estancia en Marte de 30 días y un viaje de regreso de 240 días.
«Se trata de la primera investigación para comprender el papel clave desempeñado por los ciclos de sueño y de vigilia durante las largas misiones espaciales», precisó el doctor David Dingues, profesor de Psiquiatría y jefe del Departamento de Sueño de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania
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Dingues es el principal autor de esta investigación, que fue publicada en la última edición de los anales de la Academia Nacional Estadounidense de Ciencias (PNAS).
El análisis de los datos recopilados revela que los miembros de la tripulación Mars500 se tornaron cada vez más sedentarios durante la misión, lo que fue demostrado por el aumento del tiempo de sueño y de los periodos de reposo.
La mayoría de los voluntarios padeció al menos una perturbación del sueño y de su capacidad de concentración, así como un desarreglo en los períodos de sueño y de vigilia, lo que lleva a pensar en una mala sincronización de los ritmos circadianos, es decir, del ciclo natural de 24 horas.
«Consideradas de forma conjunta, estas mediciones muestran la necesidad de mantener artificialmente, durante una larga exploración espacial, el ritmo circadiano natural tal y como lo conocemos en la Tierra, para asegurar una cantidad y una calidad suficientes de sueño que permita (a los integrantes de la tripulación) una actividad óptima una vez despiertos», subrayó el doctor Mathias Basner, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania, coautor del estudio.
El investigador citó una exposición suficiente a la luz, una comida adaptada y el ejercicio físico como recetas para mantener la densidad muscular que se reduce en microgravedad.
Estos factores serán indispensables para mantener la salud física y mental de los astronautas durante la misión, insistieron los investigadores.
Hasta este momento, los periodos de estancia en el espacio más largos efectuados por astronautas no han sobrepasado los seis meses y fueron efectuados en la Estación Espacial Estadounidense (ISS, por sus siglas en inglés) o en la antigua estación rusa MIR.
No obstante, a partir de 2015, dos astronautas -un estadounidense y un ruso- se quedarán un año en la ISS para estudiar, precisamente, los efectos de las estancias prolongadas en el espacio sobre el organismo humano.