Sacarse fotos desnudos y enviarlas por emails o a través de los celulares es una conducta frecuente entre los adolescentes. Así lo indica un reciente estudio realizado por científicos de la Sede de Medicina de la Universidad de Texas, en EEUU, y publicado en la revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. Además, sugiere que esta forma de sexting –una práctica que incluye también la recepción de tales imágenes, y el intercambio de videos o mensajes de texto de contenido erótico– estaría relacionada con los comportamientos sexuales de los jóvenes. En el caso de las chicas, se asocia también con ciertas conductas de riesgo.
“El sexting parece ser una extensión de las relaciones que los adolescentes tienen offline y un reflejo de sus intenciones o comportamientos cuando no están conectados”, explica a DocSalud.com Jeff Temple, autor principal del trabajo y director del Área de Salud e Investigación de la Conducta del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la mencionada universidad. Si bien los resultados de la investigación apuntan a esta práctica como un indicador confiable de las conductas sexuales de los jóvenes, no permiten establecer si ocurre antes o después de la iniciación sexual.
“Puede que sea una primera aproximación o una forma de introducir el sexo en una relación. Alternativamente, es posible que el adolescente se abra a expresarse sexualmente a través del sexting una vez que tuvo relaciones. Aún necesitamos más estudios para responder a esta pregunta”, señala el psicólogo.
La investigación incluyó a 948 estudiantes secundarios de distintos grupos étnicos, que asistían a siete escuelas públicas del sudeste de Texas. El 56% del total eran mujeres. Durante tres años, los científicos consultaron a los jóvenes sobre sus experiencias en relación con las citas, el sexo y el sexting, para evaluar la frecuencia de esta conducta y su relación con los comportamientos sexuales, entre ellos los de riesgo.
Casi tres de cada 10 adolescentes admitieron haber enviado por mensaje de texto o email una foto en la que se mostraban desnudos. Asimismo, el 31% de los encuestados afirmó haber solicitado el envío a otra persona y más de la mitad aseguró haber recibido un pedido de este tipo. Mientras que los varones mostraron mayor tendencia a pedir, las mujeres resultaron ser blanco principal de las demandas. Por otra parte, la probabilidad de haber iniciado las citas o la vida sexual fue mayor para los jóvenes que hacían sexting. En el caso de las mujeres, esta conducta también se asoció con ciertos comportamientos sexuales de riesgo, como tener más de una pareja o consumir alcohol y drogas antes de las relaciones.
¿Una conducta globalizada?
“El sexting debe variar según la cultura y la sociedad, incluso dentro de EEUU –conjetura Temple–. Y suponiendo que el acceso a los smartphones es el mismo en todos los países, las diferencias observadas podrían atribuirse a las diferencias en las prácticas o actividad sexual”
“En Buenos Aires, existen estadísticas que arrojan cifras muy similares a las de este estudio”, afirma el doctor Julio Cukier, director médico de Fundación ADOS para la Atención Integral de la Salud del Adolescente. Y detalla que cerca de cuatro de cada 10 jóvenes que usan celulares o redes sociales han subido fotos provocativas. La mayoría de ellos (61%) son mujeres y el sexting es más frecuente entre las que ya tuvieron relaciones.
Por eso, el especialista coincide en que se trata de un indicador creíble de la conducta sexual de los chicos. Asimismo, señala que hay datos que demuestran que va asociado a un comienzo más precoz de la actividad sexual, a una mayor promiscuidad en las relaciones y al uso de alcohol y drogas antes del coito, con el consiguiente riesgo de embarazos no deseados y de transmisión de infecciones.
A pesar de lo frecuente que es el sexting, la doctora María del Carmen Hiebra, jefa a cargo del Servicio de Adolescencia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, prefiere no generalizar. “No todos los adolescentes lo hacen ni todos los que tienen esta conducta están expuestos de la misma manera. Como en otras cuestiones, aparece el factor individual, donde se juega la estructura psíquica y la vulnerabilidad de cada chico”, sostiene.
Juegos peligrosos
“Los mensajes de texto y las redes sociales abrieron un universo nuevo para los adolescentes y modificaron su forma de vincularse. Y como todo cambio, tienen pros y contras”, señala la pediatra. Por eso, los especialistas consultados coinciden en que no hay que demonizar a las nuevas tecnologías, sino ayudar a los chicos a reconocer sus beneficios y riesgos.
“Es importante explicarles que una vez que tocaron send, perdieron totalmente el control de lo que enviaron y quedaron a merced de quien lo recibe”, enfatiza Cukier. Y agrega que el 11% de los mensajes con contenido sexual –o sexts– están dirigidos a desconocidos. “Los adolescentes suelen incluso tener citas con estas personas, exponiéndose a pornografía infantil, prostitución y trata”, advierte. Además, remarca que a veces los chicos confían en la discreción del otro, sin pensar que algunos receptores de sexts los difunden masivamente, a pesar de que está penado por ley. Entonces, los jóvenes pueden sufrir chantaje, extorsión, acoso, bullying y grooming. “Cuando toman conciencia del riesgo o si se sienten humillados por haberse mostrado, con frecuencia caen en estados depresivos, incluso con intentos de suicidio”, alerta el especialista. Como destaca Hiebra, estas conductas de riesgo no son privativas de los sectores más desfavorecidos y los chicos con mejores posibilidades también se pueden exponer.
“Antes la sexualidad tenía otro transitar y había cierto enigma, cierta curiosidad, en torno al cuerpo del otro. Hoy hay algo del pudor que está avasallado, transgredido”, reflexiona la doctora Valentina Esrubilsky, miembro del Área Salud Mental del Servicio de Adolescencia del Hospital Gutiérrez. Sin embargo, aclara: “En el espacio virtual, pasa a ser público lo privado, pero no la intimidad. Las relaciones íntimas se dan en un vínculo personal, en presencia del otro”. Sobre el impacto que estos cambios pueden tener, señala: “Aún hay que estudiar si se producen efectos a nivel de la curiosidad y del aprendizaje de los adolescentes”.
Prevenir en el consultorio, en casa y en la escuela
Temple aconseja a los profesionales de la salud monitorear la actitud de los adolescentes en relación con el sexting, para enseñarles sus riesgos y conversar con ellos sobre sexo. “Es necesario incorporar el tema a la consulta y creo que es uno de los principales aportes de este trabajo”, opina Hiebra. Si bien cuenta que es habitual y central abordar la sexualidad en el marco de la atención médica de los jóvenes –y que de rutina se les pregunta sobre el contacto con sus pares y el uso de Internet y de las redes sociales–, estima que para abordar el sexting hay que indagar más sobre la privacidad, ya que no es algo que los chicos comenten. “Los médicos tenemos que sacar el tema”, concuerda Cukier.
Además de estar atentos al uso que los jóvenes hacen de las computadoras y los celulares, es importante que los padres y docentes conversen con ellos sobre sexting. “Espero que les pregunten qué opinan sobre nuestra investigación, que les consulten si los adolescentes que conocen lo hacen y que los estimulen a pensar en las consecuencias del sexting y en qué harían si alguien les pide una foto en la que estén desnudos. Ojalá el trabajo les sirva también de disparador para hablar de sexualidad responsable”, detalla Temple. Hiebra hace hincapié en que los adultos escuchen a los chicos. “Uno se sorprende de lo mucho que aportan cuando uno les da la palabra. Nos pueden ayudar mucho en prevención”, concluye.