La biopsia fue durante mucho tiempo el método “gold standard” o el más aceptado mundialmente para diagnosticar el grado de daño provocado por las lesiones hepáticas, entre ellas la fibrosis. Sin embargo, la técnica es invasiva dolorosa y no exenta de complicaciones, por lo que muchos pacientes la rechazan o se niegan a repetirla. Ahora, un simple análisis de sangre que además cuesta la mitad promete, según los hepatólogos, revolucionar el diagnóstico en las enfermedades crónicas del órgano.
Se tratan de los biomarcadores hepáticos de origen francés Fibrotest y Fibromax, que ya están disponibles en el país y permiten evaluar el grado de fibrosis hepática por cualquier etiología, ya sea viral por los patógenos de la hepatitis B y C y coinfección con el VIH; metabólica por esteatohepatitis, resistencia a la insulina, síndrome metabólico o diabetes mellitus o alcohólica.
“A pesar de haber sido la alternativa más eficaz durante años, la biopsia posee un 25% de margen de error, además de causar dolor. En cambio, los nuevos biomarcadores tienen un 95% de asertividad y sólo se necesita una muestra de sangre”, dijo la doctora Carmen Mona Munteanu, integrante del equipo del desarrollo del test en París, durante su visita a la Argentina.
Según expresó Monteanu, estos biomarcadores, creados en 2002, ya son cubiertos por todas las obras sociales de Francia desde 2011 y son considerados como el método de diagnóstico de primera línea frente a la biopsia desde 2006. A su vez, al ser aptos para los niños, facilitan aún más el diagnóstico.
Por su parte, el doctor Adrián Gadano, jefe de la sección Hepatología del Hospital Italiano de Buenos Aires. indicó que “se calcula que unas 200 millones de personas en el mundo y unas 500 mil en Argentina son portadoras del virus de la hepatitis C, lo que puede causar fibrosis avanzada” y especificó que “en esta etapa de la enfermedad se debe administrar un tratamiento antiviral de manera inmediata”. Sin embargo, “biopsiar a todos los que están en riesgo de sufrirla sería imposible ya que muchos rechazarían este paso por estar asociado en el imaginario popular a otras patologías como el cáncer”.
Gadano aseguró que “por los virus de la hepatitis B y C, otras afecciones como hígado graso, patologías derivadas del alcohol, cirrosis y hepatocarcinoma, se calcula que uno de cada cinco adultos argentinos podría sufrir alguna enfermedad crónica del hígado y la mayoría no lo sabe, porque muchas de estas afecciones pueden permanecer silentes durante 20 años”.
Es por eso que el experto celebró la llegada de los biomarcadores al país, que otorgan resultados precisos en menos de una semana. De fácil funcionamiento, primero debe ser recetado por el médico y el paciente tiene que realizarse la prueba de laboratorio. Los datos obtenidos de las distintas determinaciones de la muestra de sangre son ingresados en el sistema online con Francia, donde son sometidos al algoritmo del test para obtener los resultados finales, que determinan si existe o no enfermedad hepática y su nivel.
Según explicó Munteanu, el biomarcador no invasivo “es más preciso que la biopsia en determinar el grado de la enfermedad, es decir, cuán avanzada está”. Esto se visualiza mejor “en las zonas grises de la enfermedad, es decir, el límite entre una fase 1 y una fase 2, por ejemplo”.
Gadano sostuvo que este grado de especificidad es importante para tomar decisiones terapéuticas y elegir a quién se le administra un tratamiento y cuál. A la vez, por no ser invasivo se puede repetir periódicamente y ver la evolución de la patología.
Lesiones hepáticas y consecuencias
Existen tres tipos de daños en el hígado y cada uno de ellos acarrea una distinta consecuencia. El primero es la fibrosis, que se asemeja a una cicatriz. La lesión puede evolucionar en cirrosis o hepatocarcinoma.
A su vez está la esteatosis, que es la grasa acumulada en las células hepáticas. Puede evolucionar en esteato hepatitis no alcohólica (NASH) o hígado graso.
Por último están las lesiones causadas por actividad, entre ellas las causadas por factores metabólicos, así como por los virus hepatitis B y C que pueden derivar en cáncer hepático y el consumo asiduo de bebidas espirituosas, que es capaz de evolucionar en enfermedad hepática derivada del alcoholismo (ASH).
El Fibrotest es utilizado para diagnosticar el daño cicatrizal derivado de muchos de los virus, mientras que el Fibromax funciona como un “superbiomarcador”, que está indicado para medir la ASH y la NASH por obesidad, diabetes, hiperlipidemia, así como la resistencia a la insulina.
Hacia un diagnóstico amigable y accesibe
Tras su experiencia en Francia, la doctora Munteanu aseguró que por no causar dolor ni tener complicaciones, este diagnóstico es altamente aceptado por los individuos. “Un sondeo realizado en el sur de mi país realizado a 1.117 médicos reveló que la biopsia hepática fue rechazada por el 95% de los pacientes con hepatitis C””, compartió.
Por su parte, el doctor Pablo Pereyra, Director Médico de laboratorios Ferring, quien trae los test al país, indicó que cada prueba cuesta alrededor de $2.000, lo que representa a la mitad de lo que sale una biopsia, por lo que espera que las autoridades acepten a los nuevos biomarcadores como método de primera línea para evaluar la salud hepática tanto desde los costos como desde la eficiencia.