Al hablar de sexo, las comparaciones son inevitables, ya que queremos saber si nuestra vida sexual puede calificarse de “normal” o “plena”. Pero, ¿qué entendemos por eso?
La psicóloga clínica Miren Larrazábal, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) y autora del libro “Sexo para torpes” se encarga de derribar mitos. Por ejemplo, se suele relacionar la salud sexual con practicar mucho sexo, y aunque un componente importante tiene que ver con cuerpo y el erotismo, existe la expresión sexual más allá de la genitalidad.
“Debemos comprender que se puede ser sexualmente sano y elegir no mantener relaciones sexuales y que practicar sexo con mucha (o más) frecuencia de lo habitual tampoco implica tener una vida sexual más plena”, indicó.
Si bien no es fácil establecer medidas sobre qué es sano y que no, se debe entender que el sexo solo puede ser problemático cuando genera malestar en uno mismo u otra persona, impide nuestro desarrollo como seres humanos o interfiere negativamente en alguna de las facetas de nuestra vida.
La American Sexual Health Association (ASHA) define la salud sexual como la capacidad de aceptar y disfrutar de nuestra sexualidad a lo largo de nuestras vidas y la considera como una parte importante de nuestra salud física y emocional. Por tanto, será importante recordar que la sexualidad es una parte natural de la vida, y que, como tal, implica mucho más que un determinado comportamiento sexual o genital.
Claves para mejorar la vida sexual
• Amar y conocer el cuerpo. No conocernos dificulta el poder compartir nuestra sexualidad con otra persona. “La buena sexualidad comienza por el buen conocimiento de uno mismo y del propio cuerpo, por el cual el autoerotismo y la autoexploraciones son fundamentales”, añade Larrazábal.
• Tener una buena comunicación con la pareja. Aunque conozcamos a alguien desde hace tiempo, es imposible adivinar lo que le gusta si no lo comunica. Por eso hay que hablar de las preferencias, que además pueden cambiar a lo largo de los años.
• Emplear las palabras adecuadas. Las conversaciones subidas de tono, las palabras eróticas o las fantasías verbalizadas, pueden contribuir a mejorar la comunicación en la pareja. El oído es un sentido fundamental en la sexualidad y compartir una fantasía puede elevar la excitación. Sin embargo hay gente a la que puede no gustarle que le hablen.
• Cuidar la relación. Un estudio de la Universidad de Indiana sugiere que la vida sexual mejora cuando la relación es buena. Aunque de acuerdo con la Presidenta de la FESS, no tiene por qué. “Sexo y amor son dos variables diferentes y, aunque muchas veces estar enamorado de una persona puede reforzar la relación sexual, también se puede tener una buena relación a todos los niveles excepto el sexual, y viceversa. Sexo y amor son dos sistemas motivaciones del ser humano que no necesariamente van unidos”, añadió la experta.
• Innovar. La creatividad sexual o erótica es otra habilidad a tener en cuenta, y cambiar pequeños detalles sutiles a menudo produce una gran satisfacción. “El sexo no está entre las piernas, sino en el cerebro, que es el órgano sexual más potente. La capacidad de imaginar y fantasear es fundamental”, aseguró la especialista.
• Olvidarse de la cantidad. En el sexo, como en tantos otros aspectos de la vida, menos puede ser más. Ni practicarlo muchas veces nos va a hacer más felices, ni hacerlo menos nos empeorará el carácter. Relacionar salud y vida sexual con la cantidad de veces que se practica el coito es reducir el concepto a su aspecto genital. Una vida sexual sana va mucho allá de la penetración: también es seducción, erotismo, besos, caricias, capaces de proporcionarnos un estado de bienestar físico, psicológico y emocional. Además, el fin obligatorio de la sexualidad no tiene por qué ser el orgasmo: la experiencia orgásmica es un estado de clímax en la excitación que resulta muy agradable cuando se produce, pero que no supone condición ni obligación para el placer.
Fuente: La Vanguardia