Habitualmente, tanto en el saber popular como en el ambiente médico se considera a la osteoporosis un problema que afecta a las mujeres, pero también alcanza a gran parte de los varones y esta proporción seguirá creciendo con el correr de los años.
La osteoporosis se caracteriza por una alteración en la cantidad de calcio del hueso (baja masa ósea) y por una alteración en la distribución del mismo (deterioro de la microarquitectura), cuya consecuencia es un aumento de la fragilidad ósea que determina mayor riesgo de fractura.
En la mujer, el descenso de los estrógenos que ocurre luego de la menopausia es el principal factor que determina menor masa ósea. Si bien en los varones no hay una caída de hormonas sexuales tan importante, un grupo de ellos sí presenta disminución de los niveles de testosterona por debajo de lo normal (andropausia), lo que también acarrea pérdida de la masa ósea.
Otros factores predisponentes son la edad, los síndromes de mala absorción intestinal, el sometimiento a tratamientos crónicos con glucocorticoides, bajos niveles de vitamina D, pérdida excesiva de calcio por orina, tabaquismo y alcoholismo.
Para su detección, el estudio que debe realizarse para el diagnóstico es la densitometría ósea (DMO). Se compara el resultado obtenido con la DMO de la población joven y con la DMO de sujetos de la misma edad y sexo. Así se define el resultado como normal, osteopenia (baja masa ósea) u osteoporosis (mayor pérdida de masa ósea, con riesgo de fractura).
Según guías nacionales e internacionales se sugiere efectuar la evaluación con DMO a todo hombre mayor de 70 años, o aquellos entre 50 y 70 con presencia de al menos un factor de predisponente ya descrito o si existe el antecedente personal de fractura por fragilidad.
En la actualidad, la comunidad médica no solicita de rutina estudios de densitometría ósea a todos los varones mayores de 70 años, como es aconsejable, ni tampoco los pacientes saben que deben hacerse estos controles.
En Argentina, en un estudio de investigación que incluyó 318 varones mayores de 50 años de la comunidad, sin antecedentes de enfermedades o consumo de medicación que afecte el metabolismo del hueso, se encontró que el 7.8% tenían osteoporosis y un 49.4% padecía de osteopenia. Es decir, más del 50% de los hombres mayores de 50 años presentaban baja masa ósea y no lo sabían.
La mayoría de las fracturas ocurren con densidad mineral ósea en el rango de osteopenia. Dado que existe mayor número de pacientes en este grupo, la detección de factores de riesgo por parte del médico y el conocimiento de los factores predisponentes por parte del paciente se vuelve entonces una herramienta indispensable para decidir el tratamiento adecuado y así evitar las fracturas.
La principal complicación en los pacientes con osteoporosis es la fractura ósea que ocurre espontáneamente o ante un trauma mínimo y acarrea complicaciones importantes: internación, inmovilidad, falta de recuperación de la vida habitual previa a la fractura e incluso, en ocasiones, la muerte (en este caso el riesgo es dos o tres veces mayor en varones que en mujeres).
Se estima que la incidencia anual de fracturas a nivel mundial es de alrededor de 9 millones, de las cuales un 39% ocurre en varones y se espera un aumento continuo en el número de las mismas en los próximos años, con mayor incremento en hombres.
Un hombre de 60 años tiene un 25% de chance de padecer fracturas por osteoporosis a lo largo de su vida. Antes de los 50 años, las fracturas más prevalentes en varones son las de huesos largos vinculadas a actividades o deportes de impacto. El riesgo de fracturas vertebrales aumenta a partir de los 65 años y el de fractura de cadera, a partir de los 75.
El hecho de padecer una fractura por osteoporosis aumenta significativamente el riesgo de volver a fracturarse en el futuro. Sin embargo, paradójicamente, la mayoría de los pacientes que sufren de una fractura no reciben después tratamiento para la osteoporosis. De esta manera, no solo es una enfermedad poco diagnosticada sino también poco tratada.
Es por esto que es fundamental la prevención mediante la realización de actividad física sostenida, el consumo de lácteos para incorporar calcio (o consumo de suplementos de calcio en el caso de no lograr incorporar 1200-1500 mg/día), la exposición solar ( de15 a 20 minutos por día en los horarios permitidos), evitar el consumo de alcohol y tabaco.
A su vez, la medición y sustitución con vitamina D es crucial para mantener la masa ósea y para garantizar el éxito terapéutico de fármacos para la osteoporosis. La vitamina D se forma fundamentalmente por el contacto de los rayos solares con la piel (la cantidad que se incorpora con la dieta es mucho menor).
En Argentina es muy común la deficiencia dado que vivimos lejos del Ecuador y la cantidad de rayos solares que llegan en los meses de otoño e invierno son insuficientes, sumado a la poca superficie corporal expuesta. En verano el uso de protectores solares por encima del factor de protector solar 8 determinan que casi no se sintetice vitamina D.
Las guías de tratamiento sugieren un aporte diario de entre 800-2000 UI de vitamina D (o su equivalente mensual), para mantener niveles normales. Pero si los valores son bajos hay que dar una dosis mayor para llegar a los valores normales y luego mantenerla según lo recomendado. El aporte de vitamina D es seguro, con muy infrecuentes efectos adversos y bajo riesgo de toxicidad (límite máximo 10.000 UI/día o equivalente mensual).
Entre los fármacos aprobados para el tratamiento de osteoporosis masculina todos han demostrado ser efectivos para reducir el riesgo de fractura vertebral (alendronato, risedronato, ácido zoledrónico, teriparatide).
*El Dr. Pablo Costanzo (M.N.: 108.015) es médico especialista en endocrinología, andrología y osteología.