El liquen plano es una enfermedad de origen desconocido. El doctor Roberto Glorio, médico dermatólogo, la define como “una dermatosis inflamatoria que puede afectar piel, mucosas o faneras (pelo y uña). Las lesiones características -denominadas pápulas- son lesiones sobreelevadas, circunscriptas, rojizas, que se resuelven espontáneamente sin dejar cicatriz. Tienen una superficie plana y son de aspecto brillante con estrías blanquecinas. Se presentan con mayor frecuencia en la cara anterior de las muñecas, los antebrazos, el abdomen y la parte baja de la espalda. Pero lo más importante de estas lesiones es que pican muchísimo”.
“Además –agrega el especialista-, el liquen plano tiene la particularidad que evoluciona de manera crónica, o sea que se presenta con brotes en los que pica mucho, combinado con otras etapas en las que desaparecen las manifestaciones”.
No sólo en la piel
El liquen plano puede afectar la piel pero también a las mucosas, como la boca, la lengua y las zonas genitales. “A nivel de las mucosas –explica el doctor Glorio-, se presenta como lesiones blanquecinas”. En la boca, particularmente, también pueden producirse erosiones y llagas muy molestas.
“Además puede afectar al pelo y las uñas”, agrega el dermatólogo. En estas últimas, se adelgaza la lámina ungueal y aparecen una especie de estrías sobre la superficie de la uña.
El liquen plano puede tener múltiples manifestaciones, que no necesariamente se dan todas juntas. Pueden haber pacientes, por ejemplo, que tengan liquen sólo en estas zonas y no en la piel.
¿Cómo se diagnostica y se trata?
Las lesiones del liquen plano tienen un aspecto particular y suelen ser correctamente detectadas por el médico dermatólogo. Sin embargo, en ocasiones el diagnóstico requiere la realización de una biopsia de piel que permite confirmar la sospecha diagnóstica del profesional.
Con respecto al tratamiento, el doctor Glorio explica que “lo que se busca es controlar el prurito, dado que muchas veces es intolerable. Además, hay que evitar que el paciente se rasque y se lastime, lo que se convierte en un círculo vicioso”.
Dependiendo de la extensión y la gravedad de la enfermedad, pueden indicarse medicación por vía oral, como los antihistamínicos de nueva generación (no causan sueño) o los de antigua generación (son sedativos pero su efecto es mejor porque, además de actuar sobre el prurito, ayudan a que el paciente descanse por las noches). También se pueden utilizar cremas (aplicación de corticoide en forma local) que permiten disminuir la inflamación.
“Otra opción terapéutica –agrega Glorio- tiene que ver con el aspecto psíquico y el manejo emocional de la enfermedad. En este sentido, se puede recurrir a la psicoterapia”.
Cabe destacar que el liquen plano es una enfermedad benigna con tendencia autoresolutiva en la cual el tratamiento logra la desaparición de las lesiones, pero no cura la enfermedad. No es posible evitar una posible recaída ni garantizar que en el futuro no se presentarán nuevos brotes. Por eso, “como la prevención no es posible, lo más importante es poder detectar la enfermedad tempranamente y tratarla cuanto antes. De allí la importancia de la consulta precoz al dermatólogo”, concluye el doctor Glorio.
Una enfermedad “potencialmente maligna”
El liquen plano generalmente es benigno y, en la mayoría de los casos, mejora con tratamiento. Las estadísticas demuestran que es una enfermedad con tendencia auto-resolutiva que involuciona al cabo de 18 o 24 meses, aunque puede aparecer y desaparecer por años.
Sin embargo, el doctor Glorio explica que “cuando el liquen afecta la mucosa oral y se presenta con lesiones blanquecinas erosivas existe el riesgo de evolución hacia un cáncer de piel de tipo espinocelular. Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que ésta es una enfermedad potencialmente maligna”.
Es importante estar atentos a la evolución de las lesiones y consultar el médico si:
Los síntomas continúan o empeoran a pesar del tratamiento.
Se presentan cambios en el aspecto de las lesiones orales o cutáneas.