El contexto de pandemia por Covid-19 ha supuesto numerosos desafíos a la adaptación de grandes y chicos, fundamentalmente a partir de las medidas de aislamiento y el cambio en las rutinas. El desafío es aún mayor para las familias de niños o adolescentes con CEA (Condición del Espectro Autista), dado que, en esta población, la modificación repentina en la estructuración de la rutina diaria puede derivar en dificultades para adecuarse flexiblemente a esos cambios, y traducirse en conductas desajustadas o disruptivas, alteraciones del sueño, labilidad emocional, incremento de la ansiedad.
Ante este escenario de confinamiento, al que se suma además la imposibilidad de concurrir a espacios de socialización, como la escuela, y de asistir a las terapias, resulta importante reforzar el acompañamiento de las personas con autismo y sus familias. El Terapeuta Ocupacional puede guiarnos en este proceso, ayudando a mantener la funcionalidad en el hogar, facilitando herramientas para la autoregulación de los niños/adolescentes y la estructuración del ambiente y las tareas, orientando acerca de las rutinas y el cuidado del cuidador.
Las personas con CEA tienden a apegarse a patrones predecibles que impliquen estabilidad y seguridad, lo cual, desde la mirada de la Terapia Ocupacional, se asocia a variables como: orden/estructura, anticipación y control sensorial del ambiente. Es decir que, pensar en las posibilidades de adaptación de los niños/adolescentes con autismo dependerá de valorar no sólo el perfil individual de cada uno, sino también las características ambientales y los apoyos disponibles.
Es importante entonces, tener en cuenta algunas recomendaciones que podrían ayudar a sobrellevar esta situación:
- Favorecer la comprensión de la situación contextual, valiéndose, por ejemplo, de herramientas audio-visuales que expliquen en forma clara y sencilla lo que está sucediendo.
- Habilitar la expresión de emociones tanto de la persona con CEA como de sus cuidadores/familia, considerando las implicancias emocionales del aislamiento obligatorio y la necesidad de contar con referentes de contención. Evaluar las redes de sostén presentes, entre las cuales puede incluirse la figura del psicólogo o acompañante terapéutico.
- Rediseñar las rutinas, reorganizarlas para que ofrezcan orden y predictibilidad en la medida de lo posible. Establecer horarios y anticipar a partir de agendas, por ejemplo. Tener en cuenta que las actividades básicas, como alimentación, vestido, higiene y descanso, representan rutina y continuidad, y permiten prever momentos del día e internalizar ritmos propios.
- Involucrar al niño/adolescente en la realización de las tareas del hogar, adjudicando roles que favorezcan a la vez, su independencia y les permitan experimentar satisfacción.
- Promover un equilibrio ocupacional, fijando momentos del día para la realización de actividades de autonomía básicas, otros para la realización de tareas escolares, y otros de ocio/recreación, enfatizando en la importancia del juego como oportunidad de disfrute, aprendizaje e interacción.
- Ayudar a la auto-regulación a partir del control sensorial del ambiente y de propuestas que contribuyan a la calma. Optar por actividades motoras o propioceptivas como saltar, correr, caminar, empujar, halar, bailar, trepar, fundamentalmente antes de llevar a cabo actividades que demanden mayor atención o concentración. Ordenar el ambiente, ayudando a “filtrar” estímulos, especialmente previo al descanso, reduciendo la disponibilidad de objetos, materiales o sonidos. Podemos armar un espacio de relajación con colchonetas, almohadones, mantas o puff.
Este es un tiempo especial, que no sólo ofrece desafíos sino también la oportunidad de repensar formas, espacios y vínculos, de ampliar la mirada y encaminar las acciones para brindar recursos que contribuyan a mejorar la calidad de vida de todos y cada uno en su condición.
*La licenciada María Vanesa Bessone es Terapista Ocupacional (M.P. 10.239). Tutora de la Licenciatura en Terapia Ocupacional y Desarrollo Humano de Universidad Siglo 21.