Por ser ricos en calcio, los lácteos tienen un rol fundamental en la mineralización de los huesos y los dientes, el crecimiento temprano y puberal, la prevención de la hipertensión y, posiblemente, también de la obesidad. Sin embargo, a pesar de tener alta biodisponibilidad en el país, los argentinos no ingieren las cantidades recomendadas en las guías alimentarias.
La conclusión se desprende del estudio “Patrones de Consumo de Lácteos en la Población Argentina”, una investigación epidemiológica realizada por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), que relevó a 1137 argentinos de todas las ciudades, de distintas edades.
Los resultados mostraron que dos de cada tres adultos no cumplen con la recomendación de dos porciones de lácteos por día, si se considera que cada ración equivale a un vaso de leche de 200 centímentros cúbicos, un pote de yogur de 200 gramos, 50 gramos de queso fresco o semiduro, 60 gramos de queso untable, o 15 gramos de queso de rallar.
A su vez, 9 de cada 10 adolescentes no ingiere las tres porciones diarias sugeridas para esa edad, al igual que el 72% de los escolares. Es que el descenso más marcado de los hábitos de consumos de lácteos se da en conjunto con el ingreso a la escuela. Es por eso que para el Director del CESNI, el doctor Esteban Carmuega, “se deben inculcar hábitos saludables a edades tempranas y promover el consumo de estos alimentos desde la escuela”.
En la juventud, la ingesta adecuada de calcio se asocia a un mejor y más veloz crecimiento y a prevenir fracturas. Más tarde ayuda a controlar la presión arterial y complicaciones del embarazo como la toxemia gravídica y en la adultez, la osteoporosis.
La deficiencia de este nutriente se manifiesta a través de la pérdida de reservas, que se encuentran en los huesos. Por ese motivo, se deben consumir alimentos que lo contengan desde edades tempranas “para acumular la mayor cantidad de reservas óseas posibles en el mayor período de crecimiento longitudinal, ya que el momento de más incorporación de este mineral en el organismo es durante la adolescencia”, sostuvo María Elisa Zapata, licenciada en nutrición y encargada del relevamiento.
“La mitad del calcio lácteo se consume en el desayuno y en la merienda, como leches y yogures; cerca de un tercio en almuerzo y cena en forma de quesos, y el 20% restante, entre comidas. De allí la importancia de promover desayunos, meriendas y colaciones saludables incorporando lácteos no solo en la población infantil sino también en la adulta”, completó Zapata, para luego especificar que “a pesar de ser derivados de la leche, la manteca, la crema, la leche condensada y el dulce de leche se encuentran fuera del grupo de los lácteos por su elevado aporte de grasas, azúcar y calorías, por lo tanto, deben ser consumidos con moderación”.
En concreto, las cantidades necesarias equivalentes al contenido de calcio de un vaso de leche o yogur pueden equipararse con tres brócolis, 110 g de almendras, media lata de sardinas ó 36 cucharas de sésamo Sin embargo, la absorción de estos últimos alimentos es mucho menor. Por lo tanto, el nutriente que proviene de comestibles no lácteos debe ser un complemento del que se consume de la leche y sus derivados.
El calcio disponible per cápita en Argentina es de 634 mg, considerando todas las fuentes de alimentos que lo contienen. De este total, el 65% proviene de los lácteos. Si se consideran las necesidades diarias del mineral establecidas para cada grupo etáreo, sería necesario incorporar cada día un promedio de 1055 mg de calcio por habitante. Es decir, que la población argentina consume dos terceras partes del calcio que necesitaría.
Al respecto, la nutricionista y bioquímica Alicia Rovirosa, investigadora del CESNI y participante del equipo de investigación, aclaró que “la capacidad de producción de lácteos en el país es elástica a la demanda, por lo que –como país productor y exportador de este tipo de alimentos- podríamos hacerle frente a un aumento del consumo sin inconvenientes, lo que redundaría en un beneficio para la salud general de los habitantes”.