Alimentos orgánicos: de lo convencional al origen

Son buenos para la salud y amigables con el medioambiente. Pero su precio es alto. De todas formas, elegirlos siempre que se pueda es recomendable.

Producir los alimentos de manera amigable con el medioambiente cobra cada vez más adeptos en todo el mundo. Básicamente las razones de tal tendencia están relacionadas a una alimentación más sana, una conciencia ecológica y una búsqueda de sabores más genuinos. Pero si estos fundamentos suenan tan convincentes y sensatos, ¿por qué sigue siendo sólo una minoría la que elige productos orgánicos?

 

Avanzan los fertilizantes, las hormonas de crecimiento, los antibióticos, los plaguicidas y demás agroquímicos en la producción de alimentos de origen vegetal y animal, y crecen las inquietudes acerca de su inocuidad para la salud y para la ecología. Aunque en algunos casos el objetivo de su uso sea en sí beneficioso para la salud (eliminar una bacteria o una plaga por ejemplo), aquello que llega al plato de la cena, es un alimento que ha recibido un tratamiento químico en alguna etapa.

 

La necesidad de producir a grandes escalas, de eliminar patógenos y de acelerar el ciclo productivo fomenta el uso de variados productos químicos. Esto logra más alimento, más barato y en menos tiempo. A su vez, tal aprovechamiento de los recursos permite satisfacer la creciente demanda de alimentos a causa del aumento de la población. Pero si bien en muchos casos no hay diferencias en cuanto al valor nutritivo entre los comestibles orgánicos y los convencionales, no se sabe con exactitud cuál es el costo que se deberá pagar en el largo plazo por el consumo de estos últimos.

 

Más conciencia sobre estos posibles riesgos tienen los consumidores de alimentos orgánicos. Preocupados por el uso cada vez más difundido de tecnologías y aditivos artificiales para producir alimentos, se vuelcan a opciones más “naturales”, en los que la intervención humana sea la mínima indispensable y donde se respeten los ciclos de la naturaleza y el bienestar de los animales.

 

Al margen de los beneficios que reportan estos alimentos para la salud humana, el medioambiente también resulta favorecido. Y no es un detalle menor. Si bien, según indican varias encuestas, el consumo de productos orgánicos responde más bien a una cuestión individual (proteger la propia salud), la adopción de conductas orgánicas plantea también un interés especial por salvaguardar el medio en que vivimos y asegurar su sustentabilidad en el futuro.

 

¿Cuál es uno de los principales obstáculos en la actualidad? El precio. Los alimentos orgánicos son más caros que los alimentos convencionales. En algunos casos, esta diferencia no es sustancial, pero en otros, puede llegar a ser prohibitiva para muchos. Una escala más reducida y el empleo de técnicas menos industrializadas, entre otros factores, elevan el costo de estas opciones ecológicas y más saludables.

 

Por esta razón, en la actualidad, el consumo de alimentos orgánicos se observa más en países desarrollados y en las clases más acomodadas, que son las que pueden afrontar el alto precio de los alimentos. La Argentina se encuentra entre las principales productoras de alimentos orgánicos, pero ello no redunda necesariamente en un elevado consumo de productos de este tipo en el país.

 

La forma de producción no cambiará de la noche a la mañana, sea por cuestiones de factibilidad o de intereses económicos. La toma de conciencia sobre la salud de la población en general y sobre el planeta aún no ha cobrado toda su fuerza. En este contexto, son varios los obstáculos en el camino hacia una vida más sana y a una verdadera protección del medioambiente. Un primer paso puede ser informarse y optar por una alimentación orgánica siempre que sea posible.

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