Brillo, color, suavidad, es habitual que dediquemos mucho esfuerzo y tiempo para lucir una cabellera atractiva y nos preocupamos cuando aparecen problemas como por ejemplo la caída del pelo. Este fenómeno se conoce como alopecia, la voz deriva del griego alopex “zorro” porque al parecer este animal cambia el pelaje dos veces al año. Aunque este problema no causa dolor físico, los efectos cosméticos suelen ser los responsables de un serio sufrimiento psicológico.
Hay muchos tipos de alopecia, una de las más comunes es la alopecia areata, que se presenta como parches o placas redondeadas en el cuero cabelludo. Es un fenómeno muy frecuente, afecta a una de cada cincuenta personas, a hombres y mujeres por igual y puede aparecer a cualquier edad incluso en los niños. Afortunadamente en la mayoría de los casos la pérdida de cabello no es permanente porque el folículo piloso no está dañado y después de varios meses vuelve a crecer el pelo en la zona afectada.
La causa de esta condición tiene un sustrato autoinmune, esto significa que los anticuerpos no reconocen al folículo piloso y lo atacan como un elemento extraño del cuerpo. En muchas ocasiones el proceso se desencadena por situaciones de estrés. A veces se acompaña de otros fenómenos inmunológicos como vitiligo (manchas blancas en la piel), tiroiditis (inflamación de la glándula tiroides) o anemia perniciosa (por deficiencia de vitamina B 12). También se cree que tiene un origen genético, ya que aproximadamente el 20% de las personas con alopecia areata tienen un familiar cercano con el mismo problema.
Por lo general se manifiesta en el cuero cabelludo como una zona o placa blanca, redondeada sin pelo y en los bordes de la placa se observan pelos muy cortos, como cortados a pocos milímetros del cuero cabelludo. Es muy raro que comprometa todo el cabello de la cabeza (alopecia totalis) y no es infrecuente que afecte a otras partes del cuerpo.
Para hacer el diagnóstico por lo general alcanza con observar las características de la placa; también se suele solicitar un análisis para descartar anemia y alteraciones tiroideas.
En la mayoría de las personas, el cabello vuelve a crecer espontáneamente. Sin embargo, es importante saber que es una afección que no se cura y que puede volver a ocurrir.
Existen varios tratamientos disponibles, pero el más recomendado es la aplicación local de glucocorticoides. Aunque muy utilizados, los corticoides en forma tópica (cremas, lociones, espumas) no son muy efectivos. Se recomienda aplicarlo como inyección en el área afectada repitiendo semanalmente. Otro tratamiento es el empleo tópico dos veces al día de minoxidil. Si el tratamiento es exitoso se observa que el cabello vuelve a crecer en el transcurso de 10 a 12 semanas. En los casos que la placa es muy extensa o la afección es recurrente se puede tratar mediante inmunoterapia. Esta técnica comprende la aplicación de una sustancia que causa una reacción alérgica en la piel afectada. Por razones no del todo conocidas, la reacción estimula el crecimiento del cabello.
La fotoquimioterapia es otra alternativa de tratamiento aunque los estudios han mostrado resultados conflictivos. El tratamiento consiste en aplicar localmente, o tomar por boca, una droga fotosensible y luego exponer el área a una fuente de luz ultravioleta. Como la medicación permanece en la piel un tiempo prolongado, se recomienda al paciente que evite la exposición a la luz solar por varias semanas.
La pérdida del cabello suele ser una experiencia devastadora, particularmente para las mujeres y los niños. Por lo tanto el tratamiento debe abarcar el apoyo psicoterapéutico para ayudar a aliviar los problemas de depresión y de baja autoestima, como así también ofrecer consejos de alternativas cosméticos.