Cirugía: una alternativa contra la obesidad

Las operaciones son útiles para algunos pacientes de riesgo que no logran adelgazar con las medidas convencionales. Pueden lograr reducciones de peso de hasta un 60%, si las realiza un equipo de cirujanos, clínicos, nutricionistas, psicólogos y psiquiatras.  

La obesidad es hoy una epidemia mundial y está directamente asociada a una reducción de la expectativa de vida de los hombres y mujeres afectados. Cuando se compara a estas personas con otras de la misma edad y peso normal, se encuentra que presentan un elevado riesgo de padecer hipertensión arterial, alteraciones del colesterol, diabetes, apneas del sueño, enfermedad cardiovascular y vascular periférica, cálculos en la vesícula, artrosis y algunos tipos de tumores malignos, como de mama, útero, próstata y colon.

Para evitar estas serias complicaciones, las personas con obesidad deben tener como objetivo fundamental adelgazar y mantenerse. Está comprobado que al bajar entre el 5 y 10% de su peso, lograrán una importante reducción del riesgo cardiovascular. Es entonces imprescindible que hagan cambios en su estilo de vida, como realizar actividad física durante al menos 150 minutos por semana y seguir un plan de alimentación saludable. En algunos casos, esto puede acompañarse del uso de medicamentos y siempre resulta beneficioso contar con apoyo psicológico durante el proceso.

Sin embargo, no todos los pacientes logran bajar de peso con las medidas conservadoras. Y es por esto que, para aquellos considerados de alto riesgo, se desarrolló como alternativa la cirugía de la obesidad. Esta es una respuesta que se debe complementar con las demás estrategias para adelgazar, dado que se deben cumplimentar todas estas pautas para que una persona ingrese en un programa quirúrgico. De esta manera, se han logrado reducciones de peso de hasta un 60%, la resolución de enfermedades concomitantes, como la diabetes y la apnea del sueño, así como una franca mejoría de la hipertensión y las alteraciones de colesterol.

En nuestro país, existen grupos entrenados para realizar estos procedimientos, tanto dentro de la atención pública como privada. Para un resultado exitoso, no pueden ni deben ser realizados por profesionales que trabajen en forma aislada, sino que requieren de un equipo interdisciplinario de cirujanos expertos y médicos clínicos, nutricionistas, psicólogos y psiquiatras. Asimismo, los pacientes deben ser intervenidos en centros asistenciales con un nivel de complejidad adecuado, que incluya una unidad de terapia intensiva, bancos de sangre e infraestructura para realizar tomografías y ecografías.

Cuándo puede realizarse

Una vez que el paciente llega a la consulta, se evalúa si cumple con los requisitos para ingresar en un plan de cirugía. En cuanto a los aspectos médicos, el procedimiento está indicado para personas con obesidad clase III (índice de masa corporal superior a 40 kg/m2) o clase II (índice de masa corporal entre 35 y 39.9 kg/m2), si en este último caso los individuos padecen otras patologías asociadas. Además, deben tener al menos cinco años de historia de la enfermedad. Por otra parte, es importante que comprendan los riesgos que asumen con éstas cirugías y cuenten con suficiente voluntad para comprometerse a lograr los cambios necesarios en el estilo de vida y continuar con la atención durante el posoperatorio.

La cirugía de la obesidad está contraindicada en personas que tienen historia de adicción a drogas o alcohol, trastornos de la conducta alimentaria, enfermedades psiquiátricas no resueltas, alguna afección de las glándulas que provoque obesidad no controlable o un elevado riesgo médico para ser operado, como edad superior a 65 años.

En qué consiste

Si el paciente cumple estos requisitos, comienza una exhaustiva evaluación médica y nutricional, y deberá seguir las directivas del equipo para bajar de peso antes de que se programe la cirugía. Esto condiciona el futuro de la operación, dado que permite al grupo profesional conocer cómo responde la persona y así elegir el mejor procedimiento quirúrgico para ella.

Las cirugías pueden ser de varios tipos. Las restrictivas disminuyen la capacidad de recibir los alimentos y, entre ellas, se encuentran la banda gástrica ajustable y la reducción del tamaño del estómago. También se incluye en este grupo el balón gástrico, aunque se trata de un procedimiento no quirúrgico, sino por endoscopia. Otra alternativa son las cirugías malabsortivas, llamadas de bypass digestivo, porque se “saltea” el área del intestino que absorbe los alimentos. Finalmente, existen procedimientos que combinan estas estrategias.

Como en toda cirugía, existen posibles complicaciones, pero el riesgo es bajo cuando las personas se operan con grupos expertos en vez de cirujanos aislados. Estas consecuencias están asociadas a la obesidad y a la posibilidad de lesiones intraoperatorias de órganos, como el bazo o el intestino. Pueden ser: sangrados durante el procedimiento o luego del mismo, fístulas digestivas (en un 6% de los casos), infecciones de la herida, trombosis de las venas de las piernas y embolia pulmonar. Hay, además, algunas complicaciones que están asociadas al descenso de peso y dependen del tipo de cirugía utilizada. Ellas son cálculos en la vesícula, hernias en la cicatriz, bajo nivel de azúcar en la sangre y convulsiones asociadas, y fenómenos de reflujo esofágico.

Pero es importante tener presente que aunque existan alternativas para tratar la obesidad, la mejor estrategia para combatirla es adoptar desde la infancia hábitos saludables, como alimentarse de manera adecuada y realizar ejercicio. Así, se podrá prevenir su desarrollo y el del sobrepeso, y evitar serias enfermedades asociadas que modifican la calidad y expectativa de vida de los seres humanos.

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