Colonias de vacaciones: ¿la solución para pasar el verano?

Muchos padres se preguntan si en verdad mandar a los chicos a las colonias de vacaciones. Sus argumentos se basan en que tras el cierre de las clases, sus hijos terminan muy cansados, necesitan relajarse y hacer lo que tengan ganas. Nada más cierto. Sin embargo, frente al fin de la rutina escolar, la familia vuelve a ponerse en crisis y surge la necesidad de reorganizarse.

En la actualidad, son pocos los padres que no continúan en sus tareas laborales en verano. Los tres meses de vacaciones de sus hijos no los tienen todos por igual y si bien el cansancio es real, es necesario organizar las actividades familiares en ese período de tiempo.

Al terminar las clases los chicos necesitan ciertos días de levantarse tarde, descansar y hacer diferentes actividades: visitas a abuelos, amigos, pileta. El tema es si es posible sostener este ritmo a lo largo de todas las vacaciones escolares. En este contexto surge la colonia, lugar al que los padres recurren frente a esta coyuntura familiar.

Pero, ¿todas las colonias son iguales? No. Si se opta por el medio turno, ¿es igual a la mañana que a la tarde? No. ¿Es imprescindible que concurran sus compañeros de escuela como requisito para que puedan aceptar esta alternativa? No.

La colonia de vacaciones tiene que ser una opción distinta a la propuesta escolar. Debe ser un espacio recreativo donde el niño se sienta relajado, cuidado y que le resulte divertido. Es preferible que los grupos sean pequeños o con más profesores a cargo a fin de que los chicos no se sientan descuidados y que los padres puedan ir a trabajar tranquilos.

Quisiera pensar en la condición que ponen los chicos a la hora de ir a la colonia: que sea la misma que las de sus compañeros escuela. Una vez más nos encontramos con la tiranía de los deseos de los hijos por sobre la sensatez y sentido común de los adultos. Es cierto que asistir con sus amigos ayuda a una mejor adaptación pero si los padres eligen el lugar que mejor se adapte las necesidades familiares, debe primar la autoridad parental por sobre la de los hijos.

No puede un niño pequeño decidir cual es el modo de pasar su tiempo libre. Recuerdo un consejo de un sabio pediatra de los años ‘80: “Un niño de 5 años puede elegir si prefiere la hamaca o el tobogán en una plaza. Lo demás lo deciden los padres”. ¿Estamos tan lejos de esa fecha como para haberlo olvidado?

*La licenciada Nora Koremblit de Vinacur es psicoanalista y exsecretaria del Departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalística Argentina (APA). Es  coautora del libro Parentalidades.  

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