Un libro recién publicado por la FAO y Bioversity International sostiene que es necesario actuar de inmediato para promover dietas sostenibles y la biodiversidad de los alimentos con el fin de mejorar la salud de los seres humanos y del planeta.
«A pesar de los muchos éxitos de la agricultura en las últimas tres décadas, es evidente que los sistemas alimentarios y las dietas no son sostenibles», afirma Barbara Burlingame, asesora principal de la dirección de nutrición y protección del consumidor (FAO), en un prólogo al libro «Dietas sostenibles y biodiversidad».
«Mientras que más de 900 millones de personas en el mundo sufren hambre, un número superior -alrededor de 1.500 millones- tiene sobrepeso o son obesos, y se estima que 2.000 millones sufren deficiencia de micronutrientes como la vitamina A, hierro, o carencia de yodo», sostiene Burlingame.
El problema de alimentar a la creciente población mundial fue visto hasta ahora en gran medida en términos de proporcionar cantidades suficientes de alimentos, dice el libro.
«Pero el ritmo de pérdida de biodiversidad y degradación de los ecosistemas y los problemas de salud derivados hace que sea urgente plantear el tema de la calidad de los sistemas agrícolas y alimentarios. Las dietas insuficientes están vinculadas a un notable incremento de las enfermedades no transmisibles, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, en todo el mundo», subraya.
«La agricultura industrial con un uso intensivo de insumos y el transporte de larga distancia permiten que los hidratos de carbono refinados y las grasas sean accesibles y estén disponibles en todo el mundo, dando lugar a una simplificación general de las dietas y la dependencia de un número limitado de alimentos energéticos», sostiene la publicación.
Sin embargo, estos alimentos «carecen de nutrientes de calidad y tienen elevadas emisiones de carbono y consumo de agua. Los alimentos baratos y de elevado poder calórico tienen también un costo en relación a los sabores, la diversidad y las tradiciones culturales», prosigue el libro.
En la actualidad sólo tres importantes cultivos básicos -maíz, trigo y arroz-, proporcionan el 60% de la energía alimentaria de origen vegetal a nivel mundial, mientras que «con el aumento de los ingresos en las economías en desarrollo, un gran número de personas están abandonando los alimentos tradicionales de origen vegetal por dietas ricas en carne, productos lácteos, grasas y azúcar», subraya la publicación.
«Hay una necesidad urgente de cambiar la producción agrícola con el fin de integrar la dimensión de la calidad nutricional en nuestras decisiones sobre qué producir y dónde», escribe Emile Frison, director general de Bioversity International, que tiene su sede en Roma.
«Esto nos obliga a ir más allá de los alimentos básicos y fijarnos en los cientos y miles de especies vegetales y animales olvidadas e infrautilizadas y que pueden significar la diferencia entre una dieta sostenible y otra insostenible».
Por ejemplo, se está trabajando para promover cereales nativos andinos como la quinua el «grano de oro de los Incas», y el amaranto a nivel internacional. Naciones Unidas declaró el 2013 como el Año Internacional de la quinoa.