¿Existe relación entre autismo e infecciones en el embarazo?

La respuesta del sistema inmune materno podría provocar alteraciones del desarrollo neurológico del feto. Este tipo de desórdenes afectaría a dos de cada 200 chicos en el mundo.

La respuesta del sistema inmune materno frente a virus y bacterias podría provocar alteraciones del desarrollo neurológico del feto, entre ellos los desórdenes del espectro autista, caracterizados por una sociabilidad reducida, comportamientos repetitivos e intereses limitados. Estos cuadros afectan aproximadamente a cerca de uno o dos de cada 200 chicos a nivel mundial, y sólo en entre el 10 y el  20 % de los casos fueron identificados genes supuestamente relacionados con esa enfermedad.

Así lo destacó en la revista Molecular and Cellular Neuroscience la doctora Amaicha Depino, investigadora del CONICET en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE), que también depende de la UBA.

“Una serie de trabajos muestran la posibilidad de que una respuesta del sistema inmune de la madre a determinadas infecciones, provocadas por virus y bacterias, podría también provocar alteraciones en la placenta, en la sangre y en el desarrollo del cerebro del feto”, explicó científica, quien también es docente del Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

Trabajos epidemiológicos, por ejemplo, mostraron un aumento estacional y/o regional de los casos reportados de autismo que podría coincidir con epidemias de gripe durante el embarazo. Y, según Depino, los responsables de afectar el sistema neurológico fetal podrían ser los niveles aumentados de proteínas del sistema inmune, como anticuerpos y citoquinas.

El grupo de trabajo de esta investigadora del CONICET está utilizando modelos animales que permiten evaluar de manera controlada las alteraciones en el sistema inmunológico y en el comportamiento. En un trabajo publicado en 2012 en la revista Brain, Behavior and Immunity, los investigadores inyectaron  la citoquina TGF-beta1 en un grupo de ratones jóvenes y comprobaron que, de adultos, “mostraban menor sociabilidad y una aumento en la expresión de comportamientos estereotipados y repetitivos”, explicó Depino.

Si esta relación se confirmara, podría alentar algún tipo de tratamiento o enfoque preventivo, agregó. Pero se trata todavía de ensayos preliminares. El doctor Claudio Waisburg, director médico del Departamento Infantojuvenil de INECO y del Instituto de Neurociencias de la Universidad Favaloro, señaló que el autismo sigue siendo un “gran enigma o laberinto”. “Aún no hallamos una única respuesta que nos conforme a padres, investigadores y profesionales”, destacó.

Fuente: Agencia CyTA – Instituto Leloir

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