Flora intestinal puede favorecer la obesidad

Si bien algunas de sus bacterias promueven la delgadez, otras ayudan a ganar peso. Así concluyó una investigación en ratones.

La composición de la flora intestinal juega un papel determinante en el metabolismo, reveló el jueves una investigación realizada en ratones que corrobora resultados de estudios precedentes, lo que abre la vía a tratamientos contra la obesidad.

El último estudio aparecido en la revista Science, muestra que los roedores que recibieron en su intestino esterilizado bacterias provenientes de la flora intestinal de personas obesas ganaban más peso que aquellos a los que los científicos habían inyectado microbios intestinales de personas más delgadas.

La experiencia demuestra la transmisión a los ratones de características físicas y metabólicas de un individuo a través de su flora intestinal, lo que, según los investigadores podrían representar un paso importante en el desarrollo de probióticos y de regímenes alimentarios personalizados para tratar o prevenir la obesidad.

La diferencia en la ganancia de peso entre los dos grupos de ratones que siguieron el mismo régimen alimentario y consumieron el mismo volumen de alimentos «no se puede explicar más que por las características de diferentes floras intestinales», señala Jeffrey Gordon, director del Centro de la Ciencia del Genoma y Sistemas Biológicos de la facultad de medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, EEUU; coautor del estudio.

Para determinar qué microbios permiten evitar una ganancia de peso, encerraron a los dos grupos de ratones, los obesos y los delgados, en una misma jaula y, como se esperaba, los roedores comenzaron a consumir sus respectivos excrementos, además de la comida suministrada, intercambiando así sus floras intestinales.

Tras una decena de días, los investigadores descubrieron que los ratones con sobrepeso habían desarrollado las mismas características metabólicas que los que eran delgados.

Sin embargo, estos últimos no se vieron al parecer afectados por los microbios intestinales de sus compañeros de jaula obesos.

Los autores del estudio pudieron determinar que ciertas bacterias de la familia de las bacteroidetes podían entrar en el intestino de los ratones obesos y provocar cambios en su metabolismo. Pero ninguna de las bacterias de la flora intestinal de los roedores obesos pudo invadir el intestino de aquellos que guardaban la línea.

A continuación alimentaron a estos ratones con el equivalente a dos regímenes de alimentación modernos. El primero era rico en fibras y flojo en grasas saturadas, mientras que el segundo era pobre en fibra y rico en grasas.

Sometidos a una alimentación sana, los ratones obesos adquirieron las buenas bacterias intestinales de sus compañeros delgados al consumir sus excrementos y modificar su metabolismo, como en la experiencia precedente.

Pero cuando los dos grupos de ratones fueron alimentados con un régimen pobre en fibras y ricos en grasas saturadas, los que eran obesos no adquirieron las bacterias intestinales que impedían ganar peso.

Además, los que estaban delgados no pudieron conservar la flora en su intestino que ofrecía una protección contra el exceso de peso, constataron los investigadores.

Los resultados sugieren interacciones más complejas que lo que se estimaba hasta ahora entre el régimen alimentario, la masa corporal y la flora intestinal en los trastornos del metabolismo humano, concluyeron.

«Contamos desde ahora con una forma de identificar esas interacciones según los alimentos consumidos, y de modificar un régimen alimentario poco sano de forma que se facilite establecer una flora intestinal que favorezca el metabolismo evitando engordar», apunta Gordon.

Una investigación publicada en Estados Unidos muestra que las personas obesas que se sometieron a un puente gástrico para reducir el volumen de su estomago experimentaban también una modificación de sus microbios intestinales, que según los investigadores explicaría un 20% de su pérdida de peso tras esta intervención.

Otro estudio realizado sobre 792 personas, aparecido en marzo en la revista Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, reveló al analizar el aliento de las persona

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