El premiado ilustrador español Miguel Gallardo superó las limitaciones impuestas por el autismo de su hija haciendo lo que mejor sabe hacer: dibujar. Las viñetas que hizo durante 12 años llevaron a un libro de comic muy divertido y maravillosamente realizado, «María y yo», en el que explicaba la vida diaria de su nena y los desafíos a los que se enfrentaba. Ese libro se ha transformado ahora en un documental del mismo nombre que se estrena esta semana en España.
«Se puede hablar de una cuenta pendiente o algo así, me costó dos meses porque salió de un diario que hice y no cambié muchos dibujos (…) pero en realidad me costó 13 años hacerlo para encontrar el tono adecuado para contar una historia dura», dijo el autor.
Dirigido por Félix Fernández de Castro y exhibido por primera vez en el festival de cine de Málaga, el documental muestra la relación entre María, Miguel y su ex esposa May, y cómo aprenden a encarar la discapacidad de la chica. Los dibujos se entremezclan continuamente en la película, y son tratados con guiños irónicos y sin tinte de sentimentalismo.
Gallardo alcanzó notoriedad en España como creador de Makoki, un personaje punk evadido de un manicomio que fue toda una sensación en los años 70.
Sin embargo, el proyecto “María y yo” ayudó al autor a deshacerse de algunos de sus sentimientos más oscuros – la ira, la culpa y la frustración -, simplemente aireándolos.
«No sólo me cambió mi vida, mi escala de valores pero también mi forma de dibujar», señaló Gallardo en referencia a su hija, para luego aclarar que sus bocetos se convirtieron en algo “mucho más sencillo”.
El documental muestra el cuaderno del dibujante cuando María nació, y cómo las felices viñetas iniciales con la llegada de un bebé se convierten abruptamente en páginas en blanco cuando su desarrollo comienza a mostrar los primeros problemas. Sin embargo, tras su diagnóstico, los dibujos se convirtieron en una herramienta clave para comunicarse con ella y hay muchas escenas en la película en las que dibuja versiones cómicas de las personas a las que la niña ha conocido y que quedan impresas para siempre en su memoria.
Las imágenes muestran todo un mapa de su mundo, dice el ilustrador en relación a María, una joven de 14 años con una sonrisa contagiosa y pasión por la comida. El proyecto ha sido una forma de transformar en risas años de miradas de compasión y la indignación que le provocaban.