¿La respuesta contra la obesidad está en una píldora?

Por Francesco Garabello.- Hasta ahora, las opciones para combatir esta condición no siempre habían sido eficaces. Ahora, dos fármacos ofrecerían la respuesta esperada. Pero los especialistas recomiendan la consulta médica antes de ingerirlos.

Hasta hoy, la búsqueda de fármacos anti-obesidad efectivos y seguros ha sido un tanto infructuosa y de alto costo en términos de riesgo para la salud, como lo demuestra el retiro del mercado de muchos de ellos por sus potenciales efectos adversos. Pero ahora el abanico se abrió.

La compañía estadounidense VIVUS Inc., lanzó una píldora llamada Qsymia, (antes Qnexa), que combina dos drogas: el supresor del apetito Fentermina con Topiramato, un anticonvulsivo y anti-migraña. En 2011 un estudio financiado por esa empresa encontró que los pacientes obesos que tomaron la pastilla perdieron un promedio de 10 kilos en un año, al tiempo que reducían sus niveles de presión arterial y colesterol. En la actualidad, esta droga está aprobada por la FDA, el ente regulador de drogas y alimentos de EEUU y sólo se comercializada en ese país.

Por otro lado, existe el ácido linoleico conjugado, un fármaco comercialmente denominado “la píldora milagrosa”. Es un suplemento dietario que inhibe enzimas que facilitan la incorporación de los ácidos grasos a las células adiposas o adipocitos. Pero además, estimula a las enzimas que facilitan la combustión metabólica de las grasas en las células del músculo esquelético, con el consiguiente aporte de energía a los músculos para que éstos mejoren su eficiencia durante el movimiento o el ejercicio. Este suplemento cuenta con la aprobación de diversas entidades regulatorias, se comercializa en nuestro país y es de venta libre.

Una respuesta y varias dudas

Uno de los principales interrogantes que aparecen con cada nuevo desarrollo farmacéutico, es el de saber si podrá indicarse a cualquiera de las personas que padecen esta patología, más allá de su índice de masa corporal (IMC).

Lo que le tiene que quedar muy en claro a los pacientes, es que la Qsymia NO es un suplemento dietario, sino un medicamento, por lo que se debe consultar a un especialista antes de comprar y probar esta droga. En Argentina aún no tenemos experiencia con este medicamento porque no está aprobado por la ANMAT y, por lo tanto no se comercializa en nuestro país. La Qsymia está aprobada sólo para las personas obesas (con un IMC superior a 30) o con sobrepeso (un IMC superior a 27) que sufren además hipertensión, diabetes tipo 2 o colesterol alto”, explicó la doctora Lilia Cafaro, Médica Clínica Especialista en Nutrición del Programa de Obesidad y Cirugía Mini Invasiva (OCMI) 

Por su parte, el ácido linoleico conjugado es un suplemento dietario de venta libre. Por tal motivo, “puede ser consumido por el público en general pero recomiendo que cada paciente realice consulta una previa a un profesional médico”, agregó la especialista.

Con respecto a los efectos secundarios, Qsymia puede provocar taquicardia, hipertensión, parestesias, alteración del gusto, neuropatía periférica y defectos de nacimiento como el paladar hendido en los bebés si es ingerido por mujeres embarazadas.

Este fármaco “tampoco está recomendado para personas con glaucoma o hipertiroidismo, ni para quienes hayan sufrido un accidente cerebrovascular o enfermedad cardíaca dentro de los seis meses previos, dado que puede aumentar el ritmo cardíaco” sostuvo  Cafaro.

Recomendación

Los medicamentos no se elijen, deben ser prescriptos por un profesional. La Qsymia es ejemplo de ello ya que, si el paciente no presenta las condiciones necesarias para su consumo, podría llegar a causarle efectos secundarios desfavorables.” aseveró la profesional.

Para cualquier persona que decida iniciar una dieta para bajar de peso, debe consultar a un especialista antes de empezar, para evaluar el estado nutricional. Será él quien indique y siga su plan alimentario. Para que un régimen nutricional sea considerado aceptable, éste debe ser implementado de manera gradual, tiene que ser también consensuado con el paciente, individualizado, flexible y placentero, sin prohibiciones, que pueda ser sostenido a largo plazo y con actividad física habitual. “El plan no debe tener ningún riesgo para la salud, debe considerar las costumbres, cultura, y calidad de vida del paciente”, concluyó la experta.

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