UN PROCEDIMIENTO MENOS INVASIVO |

Láser: una innovadora opción para tratar el agrandamiento de la próstata

Esta técnica aparece como una alternativa cuando el tratamiento farmacológico no responde. Ofrece una mejora eficaz de los síntomas y con menos efectos secundarios que la cirugía convencional.

Según los principales organismos de salud, casi todos los hombres sufrirán un agrandamiento de la próstata en algún momento de la vida con el paso de los años. Cuando dicha glándula aumenta de tamaño (lo que se conoce como “hiperplasia prostática benigna” o HPB), la opresión a la uretra puede causar problemas urinarios y de vesícula, que en determinados casos requieren de una cirugía. No obstante, hoy existe una vasta experiencia médica con una opción terapéutica que permite resolver el problema de manera mucho menos invasiva: el láser.

El doctor Alejandro Nolazco, Jefe del Servicio de Urología del Hospital Británico de Buenos Aires, explicó que “el láser puede ser utilizado en todos los pacientes que no responden al tratamiento médico de la HPB”. Según el especialista, son muchas las ventajas en comparación con la cirugía convencional, ya que es un procedimiento de menos de 24 horas de internación, no produce sangrado, y requiere mínimo cuidado después de la cirugía, lo que permite una rápida reincorporación del paciente al trabajo.

“El instrumental que se utiliza para este procedimiento y la sonda que se coloca es de menor calibre. Esto ocasiona menos estrechez de uretra e infecciones urinarias. La sonda se deja en general por 24 horas y no se requiere de lavado vesical en el posoperatorio”, explicó.

El Láser de Diodo de 980 nm permite la vaporización fotoselectiva de próstata (SLV, por sus siglas en inglés) con una óptima absorción en agua y hemoglobina para controlar la extirpación de tejidos sin sangrado. El equipo cuenta con fibras especiales exclusivas que mejoran su desempeño y hacen más sencillo su uso.

“Como no hay absorción de líquido, como ocurre con la Resección Transuretral de Próstata (RTUP), este método es menos peligroso en las personas con enfermedades cardiológicas”, así como “en pacientes anticoagulados”, consignó el médico, quien además es Jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario Austral.

El especialista cuenta con una larga experiencia en este campo. “A lo largo de estos cinco años que hemos trabajado con este equipo podemos decir que es una excelente alternativa en el tratamiento de la HPB”, declaró el Nolazco, aunque advirtió que “es importante que los pacientes sean bien seleccionados para esta técnica”.

Tumor benigno muy frecuente

La HPB es uno de los tumores benignos más frecuentes en varones mayores a 50 años, y cabe aclarar que no se trata de un tipo de cáncer.

La próstata es una glándula reproductiva masculina, encargada de generar el líquido que transporta los espermatozoides durante la eyaculación. Esta glándula se agranda a medida que el hombre envejece y, como rodea a la uretra, puede causar en algunos casos graves síntomas como sangre en la orina, retención urinaria, incontinencia urinaria, infecciones urinarias recurrentes y hasta cálculos renales.

“Los síntomas obstructivos que genera pueden ser muy acentuados y limitar la calidad de vida del paciente. No es infrecuente que se presente una obstrucción completa que le impida orinar. Como su desarrollo es lento y progresivo, en muy raras ocasiones puede tener complicaciones severas como la retención crónica e insuficiencia renal”, afirmó  Nolazco.

Si bien en más de la mitad de los casos la condición se presenta asintomática, algunos de los posibles signos de alerta son el goteo al final de la micción, la incapacidad para orinar (retención urinaria), el vaciado incompleto de la vejiga, la incontinencia urinaria, la necesidad de orinar dos o más veces por noche, una micción dolorosa u orina con sangre y la necesidad de hacer fuerza al orinar.

En esos casos, se recomienda la consulta con un urólogo, que determinará si existe HPB y si es necesario o no un tratamiento, ya que en gran cantidad de casos la estrategia consiste en mantener una “espera vigilante”, así como cambios en el estilo de vida, fármacos o, en determinadas circunstancias, cirugía.

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