«Los celíacos son iguales a cualquier persona, sólo que comen distinto»

El principal problema para quienes sufren celiaquía es el diagnóstico. Los síntomas de esta enfermedad intestinal crónica, causada por la intolerancia al gluten, no sólo incluyen diarreas, vómitos y distensión abdominal, sino también depresión, abortos espontáneos, anemias, impotencia, osteoporosis y cambios de humor, manifestaciones que suelen ser confundidas con otras patologías. En ocasiones, la falta de indicios durante años, hace que a muchos afectados se les detecte el cuadro de manera tardía.

 

Por ese motivo, en coincidencia con la celebración del Día Internacional de la enfermedad, el Ministerio de la Provincia de Buenos Aires lanzó CeliaRed, un programa a cargo de Luis Crovetto, director del programa de Medicina Preventiva, que se presenta hoy en el palacio Municipal de Carmen de Areco. Las acciones de esta iniciativa abarcan la creación de una planilla que funciona a modo de Score de Riesgo y  la distribución de 5 mil test rápidos para la detección de la enfermedad en 37 hospitales públicos.

 

Silvia Vera Tapia, presidenta de la Asociación Celíaca Argentina, señaló que de 400 mil personas que padecen la enfermedad en nuestro país, sólo 25 mil lo saben. Sin embargo reveló que todavía no se disponen de cifras precisas, ya que en la actualidad están apareciendo «muchos diagnosticados adultos».

 

Para tratar la enfermedad, sólo se necesita una dieta estricta que debe realizarse de por vida. La intolerancia total a las proteínas contenidas en el gluten de trigo, avena, cebada y centeno (TACC), afectan de manera directa al intestino delgado, encargado de la absorción de los nutrientes. Por ese motivo, quienes la padecen deben limitarse a consumir exclusivamente los alimentos «Apto Celíacos», que no siempre fueron fáciles de conseguir.

 

«Después de 32 años de trabajo incansable, hoy los productos se consiguen en las góndolas de los grandes supermercados y ciertos almacenes de barrio; sin embargo tienen un costo muy elevado», declaró Tapia.

 

En diciembre de 2009 se sancionó la Ley 26.588, que abarca desde declarar de interés nacional las acciones de detección, diagnóstico, seguimiento y tratamiento, como de obligar a las obras sociales y a las empresas de medicina prepaga que realicen descuentos en alimentos «Apto Celíacos», ya que una dieta apropiada es el único remedio para que los pacientes puedan llevar una vida normal, sin limitaciones.

 

«La ley existe, pero todavía no está reglamentada; esperamos que esto suceda pronto porque si no dependemos de los fallos individuales para que se realicen estos descuentos», señaló la presidenta de la asociación en referencia al reciente caso en que la Cámara Civil y Comercial ordenó a OSDE reintegrar a una paciente un porcentaje idéntico al que se reconoce para la compra de medicamentos, destinado para la adquisición de harinas y premezclas libres de gluten.

 

La institución fue consultada por la Cámara de Senadores para la sanción de la llamada Ley Celíaca. Pero sus acciones son muchos más amplias, y están en estrecha relación con la solidaridad. «Buscamos que quien padece la enfermedad no se sienta discriminado, y que pueda tener una vida normal, conseguir una golosina en un kiosco o tener una amplia oferta de menús en restaurantes». Para lograr este fin, capacitan a cocineros y les enseñan cómo manipular los alimentos y así evitar la contaminación cruzada, que se produce por el contacto con elementos dañinos de otros comestibles. También organizan talleres de cocina para madres y reuniones en hospitales públicos en las ciudades de Buenos Aires y La Plata.

 

En palabras de la presidenta, desde la Asociación Celíaca Argentina esperan que después de 32 años de lucha, se reglamente la ley. Sus logros abarcaron la correcta rotulación de alimentos y una mejor oferta en góndolas (incluso también existen supermercados on-line con una amplia variedad de comestibles que abarcan desde golosinas hasta cervezas). Sin embargo, seguirán luchando para que los celíacos no se sientan excluidos, y que no se les niegue el acceso a una empresa de medicina prepaga u obra social, ya que si siguen la dieta, «son personas completamente sanas». En síntesis, lo que busca la organización, en palabras de Tapia, es instalar la idea de que  «los celíacos son iguales a cualquier persona en el mundo, sólo que comen distinto».

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