Los valores como pilares de una empresa

Cuando en 1981 N.R. Narayana Murthy, el fundador de Infosys, conversaba con seis colegas sobre cuál debía ser la visión de la nueva compañía de software, les propuso: “¿Por qué no aspiramos a ser la compañía más respetada de la India?”. Así, decidieron crear una organización basada en el liderazgo, la integridad, la justicia y la excelencia.

Con sólo mil dólares en el banco, en 1981 N.R. Narayana Murthy fundó, junto a seis colegas, la empresa informática Infosys. Durante una reunión que tuvieron en el pequeño departamento que Murthy alquilaba en Bombai, estos profesionales debatieron sobre cuál creían que debía ser la visión de la compañía.

Uno propuso que deberían tratar de ser la empresa de software más grande de la India. Otro sugirió que debían ser la organización que más empleo creara en ese país. Y un tercero los instó a convertirse en firma con mayor capitalización de mercado. Al oírlos, Murthy desafió estas ideas. “¿Por qué no aspiramos a ser la compañía más respetada de la India?”, les planteó.

En una entrevista que brindó recientemente a la revista Harvard Business Review, donde contó la anécdota antes citada, el empresario explicó, además, por qué decidió priorizar los valores humanos por sobre el lucro económico. En sus propias palabras: “Lo esencial no era ganar dinero, sino respeto”.

Para este ingeniero, que hasta 2011 fue presidente de Infosys, conseguir el respeto de todos los grupos de interés les permitiría lograr su visión institucional. Para obtener el respeto de sus clientes, la empresa debería darles lo que les prometía. Si querían el respeto de sus empleados, deberían tratarlos de manera justa y digna. Si aspiraban al respeto de sus inversores, deberían operar con transparencia y responsabilidad. Asimismo, obtener el respeto de su gobierno les requeriría no violar las leyes. Y se ganarían el respeto de la sociedad, si lograban vivir en armonía con ella y crear buena voluntad. “Si tenemos éxito en todo esto –argumentó a sus colegas–, atraeremos clientes, empleados, vendedores e inversores. Los ingresos, las ganancias y la capitalización del mercado vendrán por añadidura”.

Esa noche, Murthy y sus pares no sólo definieron la visión de la nueva compañía –“Ser la empresa más respetada de la India, la que proporcione las mejores soluciones tecnológicas y la que emplee a los mejores profesionales”–, sino que también definieron los valores que, desde entonces, son pilares de la organización. Los mismos se resumen con la sigla C-LIFE: foco en el Cliente, Liderazgo a través del ejemplo, Integridad y transparencia, y Excelencia en todo lo que se hace.

De acuerdo a la Harvard Business Review, otras empresas han logrado fortificarse al alcanzar la excelencia en cuanto al compromiso con la comunidad, a las buenas relaciones laborales, a la protección del ambiente, a la transparencia en la dirección y a la sustentabilidad de sus procesos. Y aunque califica a estas metas de difíciles de alcanzar, la revista asegura que pueden resultar esenciales para la lógica económica de una compañía.

En la entrevista, Murthy señala que, para él y su equipo, buscar el respeto es tan natural como respirar: “Nacimos en familias de clase media y desarrollamos un fuerte sentido de los valores durante nuestra infancia. Nuestros padres nos enseñaron la importancia de la educación, del trabajo duro, de la decencia, de la cortesía, de la honestidad y del respeto por los demás. También a poner el interés hacia la comunidad por sobre nuestros intereses individuales. Nuestros modelos fueron nuestros maestros de la escuela y la universidad, que nos enseñaron a ser inquisitivos y analíticos, y a articularnos para trabajar en equipo”.

Pero el hoy presidente emérito de esa entidad reconoce también que comprometerse con los valores implica que uno debe estar dispuesto a pagar un precio –el costo de la desventaja competitiva– y saber que lleva tiempo llegar a ver los beneficios.

“Cada vez que ingresan nuevos empleados a la compañía les cuento la historia de Infosys, las anécdotas de las dificultades a las que nos enfrentamos, los dilemas morales que tuvimos que resolver y los sacrificios y las decisiones audaces que tuvimos que tomar, como negarnos a pagar una coima y tener que costear un impuesto del 135% del valor de una súper minicomputadora que necesitábamos para empezar a fabricar software para clientes extranjeros, lo que nos expuso a mínimas chances de recuperar la inversión”, cuenta.

Pero también se encarga de exponerles los logros obtenidos: “De una oficina de 9 metros cuadrados (mi dormitorio), crecimos hasta ocupar hoy una de 3 millones de metros cuadrados; de un capital de 250 dólares, pasamos a una capitalización de mercado de 36 mil millones”. Y enfatiza: “Seguir un sistema de valores no nos trajo consecuencias para nuestra salud, no nos produjo traumas psicológicos y tampoco nos hizo perder a nuestras familias”.

Sin dudas, es un ejemplo que invita a la reflexión a todos aquellos que estamos involucrados en la actividad empresarial.

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