Lunares: el sol y los riesgos para la piel

El melanoma es el tipo menos común de cáncer de piel, pero el más peligroso. En las últimas décadas su incidencia aumentó en todo el mundo. Los especialistas sugieren evitar la exposición al sol, maximizar la protección y prestar mucha atención a la evolución de los lunares.

Un lunar es una mancha anormal muy pequeña, que crece sobre la piel

Un lunar es una mancha anormal muy pequeña, que crece sobre la piel. Se trata de una lesión benigna formada por melanocitos, células que sintetizan el pigmento de la piel. Pueden aparecer solos o en grupo, y cada lunar tiene un patrón de crecimiento distinto, pero no todas las manchas marrones en la piel son lunares.

 

Todas las personas tienen lunares. Algunas nacen con varios y desarrollan otros nuevos hasta cumplir los 30 años, inclusive hasta los 40. La gran mayoría de la gente tiene entre diez y treinta lunares. Hay quienes nacen con mayor predisposición a ellos; en algunos casos se trata de un rasgo genético-familiar.

 

Un lunar normal tiene bordes definidos, forma oval o redonda, es plano o elevado, y suele tener diferentes tamaños, pero casi siempre mide menos de 0,63 centímetros de diámetro. El color de los lunares puede variar del rosado o marrón muy claro al marrón oscuro. A medida que pasan los años algunos lunares pueden aumentar en tamaño y adquirir un tono más claro y pálido. Este cambio se nota especialmente en los del rostro. También pueden aumentar a raíz de la exposición al sol. En algunas etapas de la vida suelen crecer en número y tamaño, como ocurre durante la pubertad y el embarazo.

 

En general, la mayoría de los lunares aparece durante los primeros 30 años de vida. Es muy importante prestar atención a los que surgen con posterioridad a esa edad y hacerlos ver por un dermatólogo. Otro dato crucial es observar cualquier cambio que se produzca en un lunar preexistente. Si sangra, pica, crece demasiado rápido, de modo escamoso o en costra, es imprescindible acudir al especialista para que lo observe y realice un examen clínico. Lo mismo vale para el caso de una llaga que no se cura o pequeñas heridas que no cicatrizan.

 

Algunos lunares pueden convertirse en la puerta de entrada para el cáncer de piel. Existen diferentes tipos de cáncer de piel. El melanoma es uno de ellos. Puede iniciarse como un lunar o en una zona que cambia de apariencia. Es el menos común de los cánceres de piel, pero el más agresivo y por eso, el más peligroso.

 

Los lunares se examinan clínicamente con diferentes herramientas. Para un diagnóstico definitivo puede hacer falta hacer una biopsia, extirpar el lunar y analizarlo bajo el microscopio. Si no se las examina, las células pueden diseminarse desde la piel a otros tejidos y órganos.

 

Los lunares atípicos o muy grandes deben ser examinados por el dermatólogo anualmente y/o ante cualquier cambio. Aquellas personas con mayor riesgo de sufrir cáncer de piel deberían consultar periódicamente por sus lunares. Además, se recomienda a toda la población evitar la exposición excesiva al sol y usar cremas protectoras con factor de protección superior a 15.

 

La mayor cantidad de los cánceres de piel se desarrollan en aquellas partes del cuerpo expuestas permanentemente a los rayos solares: cabeza, bordes de las orejas, cuello, cara, manos, hombros, antebrazos. En los varones también hay que prestar atención al pecho. En las mujeres, pueden aparecer lesiones en la zona de atrás y debajo de las piernas.

 

Si se realiza un diagnóstico precoz, en su estadio inicial, el melanoma se cura con tratamiento quirúrgico. En los países desarrollados este diagnóstico temprano hace que el porcentaje de personas con melanoma que desarrolla metástasis sea muy pequeño. De ahí la importancia de observar atentamente manchas y lunares. Lo ideal es hacer un autoexamen mensual prestando atención y observando con un espejo de mano las zonas que no podemos ver. No se debe demorar la consulta al dermatólogo ante cualquier lunar atípico. La American Cancer Society (Sociedad Estadounidense de Oncología) aconseja hacerse examinar la piel por un profesional anualmente a las personas mayores de 40 años, y cada tres años entre los 20 y los 40.

 

El “ABCDE” de un lunar atípico

 

Los profesionales emplean los signos ABCDE para evaluar un lunar atípico. Recordarlo es importante para conocer a qué señales estar alertas:

Asimetría: cuando una mitad del lunar no coincide con la otra.

Bordes irregulares: poco definidos, difusos, similares a los de un mapa.

Coloración heterogénea: diferentes tonos en el mismo lunar, en especial azules, negros o rojizos distribuidos de forma irregular.

Diámetro: mayor que 6 mm.

Elevación: de una parte de la superficie del lunar.

 

Con mayor riesgo

 

Se sabe que algunas personas tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de piel en algún momento de su vida. La medicina identifica los siguientes factores de riesgo:

  • Las personas de piel muy blanca, las de ojos claros y pecas, y las que se queman con mucha facilidad ante la exposición al sol tienen mayor predisposición.
  • Aquellas que nacen con lunares grandes podrían desarrollar un melanoma a lo largo del tiempo. Tener muchos lunares o pecas también se considera un factor de riesgo.
  • Quienes tienen muchos lunares con características especiales en su forma, tamaño y bordes también tienen que estar alertas.
  • Los antecedentes genéticos tienen un gran peso. Tener un familiar que haya sufrido melanoma genera mayores posibilidades de desarrollarlo.
  • Haberse expuesto excesivamente al sol en la infancia, haber padecido una quemadura grave por sol, broncearse al aire libre o con lámpara se consideran factores que incrementan el riesgo de sufrir cáncer de piel.

 

A salvo de los rayos

 

El sol es malo para la piel por una ecuación elemental: los rayos solares, conocidos como rayos ultravioleta A y B (rayos UVA y UVB) producen daño: arrugas prematuras, cáncer de piel y otros problemas. La diferencia entre los rayos UVA y UVB es que los primeros demoran más tiempo en dañar la piel, pero llegan a mayor profundidad. Por eso tomar sol en sesiones con lámparas (rayos UVA) no es una manera de estar a salvo.

Para evitar problemas, se recomienda evitar la exposición al sol cuando sus rayos tienen mayor impacto: entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde y usar cremas con un factor de protección de 15 para arriba. Chequear las fechas de vencimiento: algunos ingredientes que protegen se alteran con el tiempo. El producto debe aplicarse media hora antes de la exposición para que la piel tenga tiempo de absorberlas, y renovarse después de sumergirse o transpirar. Las cremas protectoras no ejercen una protección absolutamente completa de los efectos nocivos del sol.

 

La ropa que protege

 

Para permanecer al sol, es importante usar ropa adecuada para protegerse: las telas con tejidos apretados son las más adecuadas para impedir el paso de los rayos. Dentro de lo posible, manga larga y sombrero de ala ancha, para proteger cara, cuello, orejas y hombros y usar lentes de sol certificados y con protección en los laterales.

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