Mitos y verdades sobre el uso del chupete

Se lo asoció siempre a aspectos negativos. Sin embargo, su empleo para dormir reduce los riesgos de muerte súbita.

El uso del chupete en lactantes se ha asociado históricamente a una serie de problemas para la salud del bebé. Los más conocidos se relacionan con su efecto sobre la dentición, las deformaciones del paladar y la alteración de la oclusión de la boca.

 

Muchos estudios de seguimiento en bebés han comprobado que su uso aumenta el riesgo de otitis media y predispone a las infecciones por hongos en la boca conocidas como muguet. También se lo ha asociado con la interrupción precoz de la lactancia materna. Esta última asociación llevó a la Organización Mundial de la Salud a formular una recomendación desaconsejando el uso del chupete en los bebés.

 

Sin embargo hace ya unos años se comprobó que el chupete disminuye el riesgo de muerte súbita del lactante. Los resultados de varios estudios demostraron que su uso para dormir junto a otras medidas como descansar en posición supina o boca arriba, no fumar durante el embarazo ni en el ambiente familiar y prolongar la lactancia materna reduce el riesgo en más de un 70%. Sobre la base de esta cifra tan contundente, la Academia Americana de Pediatría lo recomiendan para el descanso desde el año 2005.

 

Para reevaluar la influencia del chupete sobre la duración de la lactancia materna, se realizó en la Argentina un estudio multicéntrico en más de 1000 madres que amamantaban a sus hijos, comparando un grupo de bebés que lo usaba con otro que no lo usaba. El trabajo, publicado en el Journal of Pediatrics, demostró que a los tres meses de seguimiento, el número de bebes alimentados exclusivamente a pecho era igual en ambos grupos. Más aún, la recomendación del empleo del chupete no produjo una disminución en la frecuencia de la lactancia materna a edades mayores.

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