Una periodista española, a la que se le detectó un cáncer de lengua durante su cuarto mes de embarazo, falleció la semana pasada tras rechazar un tratamiento para salvar la vida de su hija por nacer.
Se trata de Bárbara Castro García, quien falleció el pasado miércoles 4 de julio a los 31 años. Como consecuencia de su decisión, su hija nació en perfecto estado de salud y ya cumplió un año.
Su marido, Ignacio Cabezas, dialogó apenas un después de la muerte de la mujer con el diario español La Gaceta.es “para dar testimonio”, ya que su esposa desempeñaba como periodista en la delegación de medios del Obispado de Córdoba. Lo primero que dijo fue que espera “honrarla como ella se merece”. “Dio su vida hacia su hija, hacia mí y hacia Dios”, agregó Cabezas en declaraciones que reprodujo el sitio caminocatolico.org.
La pareja se casó en 2009, tras once años de noviazgo, con el anhelo de tener hijos. Cuando se enteraron del embarazo, la pareja sintió que había concretado sus sueños, hasta que el 15 de julio de 2010 recibieron el terminante diagnóstico médico.
“Bárbara llevaba un tiempo quejándose de una llaga en la boca. Por fin fue al dentista, que nos mandó al maxilofacial. Allí le dijeron que no tenía muy buena pinta”, señaló Cabezas.
Las pruebas y los tratamientos ponían en riesgo la vida de Barbarita, la hija de la pareja, que hoy tiene un año. Hasta el nacimiento de la pequeña “solo se le pudo practicar una pequeña intervención en la lengua, que le provocó, además, “dolores que ni siquiera imaginaba que existían”, señaló Cabezas.
La niña nació el 1 de noviembre de 2010 y, tan sólo una semana después, los dolores de Castro García se hicieron insoportables. El cirujano maxilofacial que la atendió no les dio muchas esperanzas.
Tras la operación, la mujer “se quedó casi sin lengua y sin una parte de la mandíbula. Desde entonces no pudo tragar ni un vaso de agua y se alimentaba por una sonda en el estómago”, detalló Cabezas. A pesar del sufrimiento, la pareja confiaba en que su experiencia serviría para “hacer ver a los demás la fuerza de Dios”.
Ahora Ignacio recuerda aquellos duros momentos en una carta dirigida a su esposa: “Presentía que íbamos a sufrir mucho, que sería muy duro y probablemente muy largo, pero también te garantizaba que, por muy duro que fuese, más tarde yo me iba a encargar de que fueras la persona más feliz del mundo, que todo esfuerzo merecería la pena, que disfrutaríamos de nuestra hija y que nos teníamos que preparar para un tiempo indefinido y horrible. ¡Ganaremos vida mía, ganaremos! Hoy nos queda lo más difícil: buscarle sentido a todo esto que nos ha pasado”.