No universitarios, más propensos a engordar

Expertos estudiaron un gen que inhibe la saciedad. Hallaron que afecta a individuos que tienen hasta el secundario aprobado, pero a no a quienes poseen estudios superiores. Probaron que la educación brinda más herramientas para revertir la herencia.

Las personas sin estudios universitarios tendrían más predisposición genética a ser obesos, según un reciente estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), que reproduce la agencia Europa Press. Para los expertos de la entidad, este trabajo es un ejemplo de cómo el ambiente «modula el riesgo genético a desarrollar enfermedades».

El gen analizado en este trabajo fue el FTO, que fue estudiado en tres tipos de individuos de diferentes perfiles médico-sociales y de distintas edades. Tras la observación, se concluyó que la educación universitaria «modula la relación del polimorfismo de este gen con el índice de masa corporal y el riesgo de sobrepeso en la población mediterránea española», manifestaron los especialistas.

La investigación, publicada en la revista Nutrition, Metabolism & Cardiovascular Diseases, fue liderada por la doctora Dolores Corella, quien asegura que «la predisposición genética a ser obeso se contrarresta por el nivel de estudios de grado superior». A su vez, la experta observó que este riesgo también se incrementa «por estilos de vida menos saludables».

Durante el trabajo realizado en la Universidad de Valencia, el equipo dirigido por Corella observó que los portadores de este gen «tienen mayor peso que las personas que no poseen en su genoma dicha mutación, confirmando así los efectos del riesgo genético».

No obstante, los estudiantes universitarios con el FTO no presentaron aumento de peso «ni riesgo de obesidad», refirieron. Pero los que sí presentaron kilos extra y riesgo de obesidad latente fueron los alumnos de escuelas primarias y secundarias poseedores de este genoma. Al respecto, la investigadora sostuvo que los individuos con estudios de grado superior con mayor susceptibilidad genética a engordar, “tienen más herramientas para luchar contra esta predisposición de los genes”.

Particularizando en la idiosincrasia de este gen, los expertos afirman que es el primero en ser asociado a la obesidad. De hecho, las personas que portan dos copias del mismo pesan, en promedio, tres kilos más que los que no lo tienen. La explicación a este efecto sería porque actúa inhibiendo la sensación de saciedad.

Sin embargo, Corella insiste en que esta situación se puede revertir mediante hábitos saludables «que apuntan tanto a una alimentación sana y equilibrada, a la práctica de ejercicio físico, como a unos ritmos circadianos que aseguren un correcto balance energético».

Fuentes: Europa Press

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