Quejas por poca difusión del preservativo femenino

Representantes de ONGs señalaron que las mujeres “están hartas de pedir permiso” para salvar su vida. Sólo existe un modelo de este condón y su precio es 50 veces más caro que el de su par masculino.

A pesar de ser tan eficaz como su par masculino, el preservativo femenino no está tan distribuido en el mundo, lamentaron este martes representantes de ONGs durante la Conferencia Internacional sobre el Sida en Viena. Serra Sippel, presidenta de la asociación CHANGE, declaró que “las mujeres están hartas de pedir permiso para salvar su propia vida”.

En 2008, se repartieron solamente 18,2 millones de condones para mujeres, por 2.400 millones de profilácticos para hombres. En África subsahariana, donde el 60% de los adultos vive con VIH, un preservativo femenino por cada 300 mujeres es disponible cada año.

El condón para mujeres “está en el mercado desde hace 15 años, pero desde hace 15 años es objeto de burlas», deploró Lucie van Mens, coordinadora de la UAFC (Universal access to female condom).

«Sólo existe un modelo disponible en el mercado», mientras que el preservativo masculino existe en distintos modelos, tamaños y colores, añadió, e instó a los distribuidores a invertir en el desarrollo de otros modelos de preservativos femeninos, «a fin de que las mujeres puedan encontrar el que mejor le convenga».

También es un producto demasiado caro. «En Zambia, cuesta 50 centavos, en lugar de 1 centavo para un profiláctico masculino», informó Carol Nawina Nyirenda, de la asociación CITAM+. Por otra parte, Jim Clarken, responsable de Oxfam, añadió que «se trata también de un elemento clave para permitir a las mujeres controlar su procreación».

Estudios de la ONG en Camerún y Nigeria mostraron «una tasa increíblemente fuerte de aceptación del preservativo femenino, tanto por mujeres que por hombres», indicó Clarken, mientras que un trabajo de la ONU en 40 países en 1997 ya había revelado una tasa de aceptación del 96%.

Sin embargo, se acepta mejor cuando no se lo presenta como un medio de protección contra el sida, indicó van Mens, sino más bien como un medio de contracepción, y una herramienta de estimulación sexual.

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