El transplante número 700 del Servicio de Trasplante Hepático del Hospital Garrahan tuvo como protagonista a una beba de ocho meses, Olivia, quien recibió una parte del hígado de su padre y ahora tendrá la oportunidad de crecer libre de la atresia de vías biliares que padecía, una enfermedad fulminante cuya única opción de cura es el transplante.
«Nos sentimos orgullosos porque no solo es la estadística más grande de Argentina, sino que en pediatría es una de las más importantes que hay en el mundo, así que estamos muy contentos del trabajo que hacemos en el hospital», aseguró Oscar Imventarza, el jefe del servicio de Trasplante Hepático de la institución, en donde se realiza el 70% de estas intervenciones infantiles en todo el país, lo que equivale a cerca de 40.
Olivia llegó al Garrahan el 4 de agosto pasado con un fuerte dolor en el codo, y tras una serie de estudios, los profesionales le diagnosticaron atresia de vías biliares: una obstrucción de los conductos que transportan la bilis desde el hígado hasta la vesícula biliar y constituye la primera causa de trasplante hepático en el mundo, ya que puede llevar a daño en el órgano y cirrosis.
Una vez definida la necesidad del trasplante, los médicos explicaron que había dos posibilidades: un donante cadavérico o uno vivo. En el caso de Olivia el donante fue su padre, con quien comparte el mismo tipo y factor de sangre.
Es así que hace 10 días Iván Sánchez, un cadete administrativo de 23 años, ingresó al quirófano del Hospital Argerich, donde un equipo conformado por cirujanos y profesionales del Hospital Garrahan realizó la ablación del segmento lateral izquierdo de su hígado.
En ese mismo momento ella ingresaba a un quirófano del Garrahan, donde los cirujanos esperaban la llegada del otro equipo para llevar adelante el trasplante que le salvaría la vida.
El operativo fue un éxito: duró 18 horas, participaron más de 50 personas y se convirtió en el trasplante número 700 de la institución pediátrica.
«Hoy vivo el día a día y estoy feliz. Me felicitaron y yo no siento que me tengan que felicitar, porque es mi hija y estoy dispuesto a hacer lo que sea para ayudarla en su salud, en su educación, en lo que pueda», dijo emocionado el padre de Olivia, quien espera el alta la próxima semana para volver a su casa de Avellaneda, junto a sus padres y su hermanito de cinco años.
«La verdad que no tengo palabras, estoy muy agradecido al hospital, la atención siempre fue bárbara, los médicos, los enfermeros, los cirujanos, todo», concluyó Iván.