“El pene es un órgano, igual que el corazón, igual que el estómago, igual que los pulmones. Los seres humanos no tienen control sobre ellos. La diferencia es que el pene está a la vista. Se ve, se palpa, se toca, se chupa y se muerde y eso es sustancialmente diferente. Es decir, en el hombre, los genitales están afuera y en una mujer está todo adentro. Esto es fatal para definir que la mujer tiene una fuerte predominancia de lo subjetivo y que el hombre tiene una fuerte predominancia de lo objetivo”, explica el Dr. Juan Carlos Kusnetzoff, médico sexólogo.
Con un promedio de 2500 pacientes por año que ve el profesional tanto en el Hospital de Clínicas como en el ámbito privado, advierte que el hombre tiembla, le habla al pene, cree que es una alteridad, que es otra persona.
“Hay que saber y debería ser una de las premisas de la educación sexual, que la función peneana es altamente vulnerable, muy frágil y emociono dependiente. Cualquier cosa, una gripe, un estornudo, una mirada, un disgusto, puede influirlo”, dice el sexólogo.
Cómo juegan las emociones en la sexualidad
“A diferencia de otras funciones que existen en la biología, la función sexual tiene una fuerte incidencia emocional”, asegura el Dr. Kusnetzoff.
Según el especialista, la falta de enseñanza de sexualidad humana en las facultades de medicina y psicología del país es un gran problema para abordar las disfunciones sexuales.
“La función del pene es compleja. Tiene un cañito que se llama uretra que comunica la vejiga con el exterior, pasa la orina y también pasa el semen en el momento del orgasmo. Además, cuando se tiene una erección sirve para introducirlo en la vagina; tiene tres funciones muy complejas”, resume el sexólogo.
A la erección la define como un manojo de cosas y agrega que hay “eventos traumáticos escondidos”. Por ejemplo: una pelea con la mujer el martes, aunque se amiguen y tengan relaciones sexuales ese mismo día, puede provocar que otro día sí tenga problemas a la hora del sexo porque las emociones actúan subterráneamente.
A diferencia del pene, el clítoris (que tiene el mismo origen embriológico y de composición) tiene una única función: otorgar placer. “El clítoris está rodeando la entrada del conducto vaginal y es el que le ‘presta’, le ‘concede’, le ‘transmite’ la satisfacción. La vagina como tal no tiene terminaciones nerviosas, mal puede sentir. Todo lo que siente la vagina en la penetración del pene es porque se lo ‘presta’ el clítoris que hace relieve sobre la entrada del conducto vaginal”, aclara el doctor.
“La función sexual recupera un tipo de lenguaje que todos tuvimos los primeros meses de nuestras vidas con nuestra madre que fue quien nos transfundió la sexualidad: gorjeos, tartamudeces, grititos. Eso se hace en los primeros meses de vida, que luego lo recuperamos cuando somos adultos y tenemos relaciones sexuales. Ese lenguaje para-verbal lo reencontramos cuando hay relación sexual y ahí es cuando se infiltran los restos de orden traumático que no se manifestaron de otra manera. Esto es el gran campo de la sexualidad que solemos ignorar”, indica el profesional.
Macho vs hombre
“Hay una gran diferencia entre ser hombre y ser macho. El macho no falla nunca, tiene un aparato de propaganda que es impresionante, pero falla como cualquiera,” dice el Dr. Kusnetzoff.
Entre los principales problemas, el médico menciona que los hombres actúan por proyección. “Una consulta frecuente es que quieren tener tres por día y la mujer tres en un año. Él cree que la necesidad de él es la misma que la de ella. Para él no hay diferencia. Así piensa el macho. El hombre hace un esfuerzo para colocarse imaginativamente dentro de la mujer y entender su manera de pensar, su sentir, etc.”, distingue el profesional.
A su vez, agrega que “cuando no hay erección y hay suficiente sentimiento y respeto, hay franela, hay toques, hay dedos y que la diferencia que existe entre un animal y los humanos es que tenemos dedos para meter en cualquier orificio”.
El enigmático punto G
“El punto G no es un punto, es una zona. Le pusieron punto para capturar el interés del hombre y el hombre es tan boludo que cree que el punto G es como un timbre. Mete el dedo, toca el timbre y mientras tanto lee el diario,” bromea el médico.
Parejas felices
El Dr. Kusnetzoff asegura que la felicidad sexual se puede lograr aún sin erección. “Muchas veces las fallas eréctiles se presentan, aun usando comprimidos adecuados. Sin embargo, esas parejas son muy felices sexualmente porque se tocan, se abrazan, se acarician. No hay vaso dilatador más importante que la caricia, y eso no se vende en ninguna farmacia, no hay ningún promotor de especulación en relación a la caricia, al abrazo, el beso, el poner una mucosa al lado de otra mucosa, a chupar a la otra persona, en ponerla en la misma situación que nuestra madre hizo con nosotros cuando teníamos meses”, resalta el especialista.
El orgasmo femenino
El doctor cuenta que el 90 por ciento de las mujeres tienen orgasmo, pero hay cerca del 40 por ciento o más que dicen que no los tienen. “¿Cómo se entiende esta contradicción? Esas mujeres que dicen que no lo tienen, sí lo tienen, solo que para ellas, un orgasmo es un tsunami, que se enteren los vecinos. Orgasmo no es grito; es una sensación imposible de transmitir. Esto es lo que les pasa. Ellas tienen estos pequeños movimientos que para ellas no son orgasmos, entonces dicen que no los tienen. Si ellas no lo admiten, no van a tener jamás un tsunami. Primero tienen que conocerse y conocer su propia fisiología. Si no lo saben, les va a pasar inadvertida esta situación”, explica el sexólogo.
La diferencia fundamental
“Un hombre piensa en sexo, una mujer en el paisaje. Cuando el hombre llega a la noche está pasado, borracho de los orgasmos que va a tener. La mujer no piensa en eso. La mujer no se calienta pensando, se calienta siendo tocada. El hombre piensa si se le para. Los hombres tenemos relaciones con nuestro pene”, bromea el Dr. Kusnetzoff.