Si le “meten los cuernos” no sólo su autoestima podría verse dañada, sino también su salud. Así lo advierte un reciente estudio publicado en Journal of Social and Personal Relationships que relata que es común que la persona engañada adopte comportamientos como de riesgo como el uso de drogas y la ingesta descontrolada de alcohol.
Estas conductas peligrosas se vuelven aún mayores si la persona que sufrió el engaño se echa la culpa del fracaso de su pareja. Como resultado, las personas que han tenido este tipo de experiencias tienen más riesgo de padecer problemas físicos y mentales.
“La infidelidad es una de las experiencias más dolorosas y perjudiciales que enfrentan las parejas», sostuvo Rosie Shrout, graduada de la Universidad de Nevada , y autora principal del estudio. «La persona engañada experimenta una angustia emocional y psicológica muy fuerte. Nos dimos a la tarea de investigar si esta angustia psicológica y emocional los lleva a tener comportamientos que los ponen en riesgo como tener sexo sin protección, consumir drogas y alcohol, a comer compulsivamente o a dejar de comer”, agregó.
Para el trabajo se reclutaron a 232 estudiantes universitarios que habían sido engañados en los últimos tres meses; casi todos los participantes informaron haber estado en esa relación por un promedio de 1,7 años.
Además de que se les pidiera que analizaran a quién o a qué le echaban la culpa (ellos mismos, su pareja o su situación), se les solicitó que evaluaran su salud mental (si percibían un aumento de depresión o ansiedad) y qué tanto se angustiaron después de enterarse que los habían engañado.
Por último, se les pidió si habían incorporado ciertas conductas como el consumo de alcohol y drogas, no usar preservativo durante las relaciones sexuales o modificaciones en la manera de comer.
Los resultados arrojaron que las personas a las que engañaron eran más propensos a echarle la culpa a la pareja que a ellos mismos. Además, reportaron síntomas de ansiedad y angustia después de la infidelidad. También reconocieron haber tenido comportamientos que comprometen más a la salud: los más frecuentes fueron comer menos o no comer para nada (45%), beber alcohol (44%), hacer más ejercicio (29%), tener relaciones sexuales en estado de ebriedad o bajo los efectos de estupefacientes(27%) y el uso de marihuana (19%).