La combinación de dos fármacos -un antiinflamatorio y otro que actúa sobre la dopamina- puede hacer «más eficaz» el tratamiento contra el dolor crónico, según un estudio con roedores publicado en la revista Nature Neuroscience.
Los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad estadounidense de Northwestern descubrieron además que una región del cerebro que controla si nos sentimos contentos o tristes, así como las adicciones, es remodelada por el dolor crónico.
El tratamiento recupera esa región cerebral y reduce de forma drástica los síntomas del dolor en un modelo con animales, indica el estudio.
Al entender la causa que genera tales cambios en el cerebro , los investigadores fueron “capaces de diseñar un tratamiento corrector que funcionó realmente bien en los modelos con animales”, indicaro. «La cuestión ahora es si funcionará también con humanos», señaló uno de los autores del estudio James Surmeier, para lo que están realizando un test clínico.
El nuevo tratamiento combina un medicamento conocido como L-dopa, y un antiinflamatorio no esteroideo, ambos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA).
Los resultados sugieren que complementar los antiinflamatorios, que es el tratamiento más común contra el dolor, con medicación que activa los receptores de la dopamina o aumenta los niveles de ese neurotransmisor «puede ser más eficaz» para tratar el dolor crónico y prevenir que se extienda a lo largo del tiempo.
Suministrada a roedores con este problema, la combinación de ambas medicinas tuvo como objetivo los circuitos cerebrales del núcleo accumbens (una zona del cerebro situada en cada hemisferio) y eliminar por completo el comportamiento en los animales del dolor crónico.
El tratamiento tiene «el potencial de prevenir el dolor crónico» si se usa lo suficientemente rápido después de producirse la herida que lo causa, dijeron los científicos.
«Para nosotros fue sorprendente descubrir que el dolor crónico realmente reconfigura la zona del cerebro que controla si te sentís contento o triste», señaló Surmeier.
El estudio «muestra que se puede pensar en el dolor crónico como si el cerebro se hiciera adicto al dolor, de hecho el circuito cerebral relacionado con las adicciones está implicado en el proceso del dolor», indicó Apkar Vania Apkarian, otro de los autores del estudio y profesor de la misma universidad.
Los científicos descubrieron que a los pocos días de sufrir una herida que provoca el dolor crónico hay un grupo de neuronas, las cuales se cree que son responsables de las emociones negativas, que se hiperexcitan y refuerzan su conexión con otras zonas del cerebro vinculadas a la percepción del malestar.
El siguiente paso fue dilucidar si este cambio estaba causado por una disminución de un neurotransmisor llamado dopamina
Cuando los científicos administraron la combinación del antiinflamatorio no esteroide y la L-dopa, que aumenta los niveles de dopamina, se revirtieron los cambios en el cerebro y se paró el dolor crónico en los animales.
Esos resultados establecieron que el dolor crónico «no puede ser visto solo como un fenómeno sensorial sino que está íntimamente relacionado con las emociones», agregó Apkarian.