El susto de la nueva gripe le trajo algunos beneficios al pueblo mexicano de La Gloria, donde hace un año se creyó que estaba el «paciente cero».
La pequeña localidad agrícola tiene ahora un camino pavimentado, mejor atención médica, una estatua, un campo de béisbol remozado, se mejoró el parque central y siguen llegando curiosos tras las huellas del «niño milagro» que se salvó del A (H1N1) cuando nadie sabía qué era.
Pero los primeros días fueron difíciles para esta comunidad del municipio de Perote, en el oriental estado de Veracruz, como lo fueron para todo México, recuerda el alcalde Guillermo Franco Vázquez.
«Fue una alerta máxima. Una cuestión que nos rebasó de entrada. Tuvimos que organizarnos de manera inmediata, ya que había muchos casos de gripe. No era nada común. En ese momento lo que tratábamos era de atender a toda la gente, pero no se sabía muy bien lo que estaba pasando», señaló.
En marzo, los habitantes de La Gloria, situada cerca de granjas porcícolas, empezaron a enfermarse de influenza. Se contagió casi la mitad del pueblo de 2.200 habitantes. Después se supo que solamente uno había tenido la temida «gripe porcina»: Édgar Hernández, un niño de cinco años.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidieron información a México sobre ese brote. La evaluación de riesgo los dejó satisfechos.
En los días siguientes en varias regiones del pais, empezó a haber picos inusuales de enfermedades respiratorias agudas, fuera de época: en Ciudad de México, el Estado de México, Oaxaca o San Luis Potosí.
El 13 de abril una mujer de Oaxaca murió de manera fulminante en el hospital y el gobierno mexicano comenzó a sospechar que pasaba algo extraño.
La influenza de la temporada fría generalmente no duraba hasta la primavera. Y los contagios ahora se presentaban más en personas jóvenes, cuando la población de más riesgo eran niños y ancianos.
El país envió el 16 de abril una alerta epidemiológica de influenza estacional y neumonía atípica grave a la OMS. Se mandaron pruebas para su estudio en Canadá y Estados Unidos.
A las tres de la tarde del 23 de abril las autoridades mexicanas recibieron la confirmación de un laboratorio canadiense sobre la presencia de un virus desconocido. Y a las once de la noche de ese jueves, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, anunció en un mensaje por televisión que se suspendían las clases en las escuelas de los estados más afectados hasta nuevo aviso. La emergencia era oficial.
El caso de Édgar Hernández se convirtió en emblemático para los periodistas en la búsqueda de la cuna de la gripe, y La Gloria fue centro de peregrinación para conocer al «niño milagro».
Sin embargo, más tarde se supo que otros se habían contagiado antes: la primera paciente en México fue una mujer que presentó síntomas el 11 de marzo en Ciudad de México y que se recuperó.
En Estados Unidos, se confirmaron dos casos en niños de California el 18 de abril, ninguno fallecido.
México pagó un alto costo en términos económicos por pérdida de turismo y suspensión de actividades durante varios días por las medidas drásticas que tomó ante la gripe.
En La Gloria, la familia del supuesto «paciente cero» empezó a ser vista con recelo por los vecinos. A su vez, la comunidad tuvo dificultades. «Era problemático que la gente del pueblo tuviera relación con las demás comunidades de la zona», dijo el alcalde.
Algo similar le pasó a México cuando la población empezó a salir con cubrebocas. Países como Cuba, China, Argentina y Perú decretaron la suspensión de vuelos desde y hacia México.
Cayeron las ventas de carne porcina pese a que las autoridades sanitarias descartaron la transmisión a través del cerdo. Los buques de cruceros dejaron de llegar a los puertos mexicanos del Caribe. Se esfumó el turismo extranjero. En mayo, los ingresos en divisas en el sector turístico cayeron el 49%.
Sin embargo, el virus no tenía fronteras ni nacionalidad. La OMS declaró pandemia el 11 de junio de 2009. Según su informe más reciente, hasta el 9 de abril de 2010 en el mundo 213 países han reportado casos y se han producido 17.700 muertes en el mundo.
México tiene contabilizados 72.392 contagios con 1.172 muertos, muchos menos de los cerca de 14.000 que mueren cada año por otros tipos de enfermedades respiratorias.
En los meses fríos de 2010 ya no se vieron cubrebocas en las calles mexicanas. Las escuelas sólo suspendieron actividades de manera específica en los salones con más de tres casos.
Y el «niño milagro» tiene ahora su propia estatua en el pueblo. «La gripe permitió que se diera a conocer la comunidad de La Gloria, que se conociera la realidad y los rezagos que tenemos», señaló el alcalde. «Hubo más apoyos y, pesar de todo, nos trajo ciertos beneficios».