La pulverización de insecticidas en el interior de las áreas identificadas como focos del dengue reduce la futura transmisión del virus en casi un 96 %, según un estudio publicado en la revista científica Science Advances.
Este nuevo análisis, dirigido por el investigador Gonzalo Vázquez-Prokopec, de la Universidad Emory, EEUU, estudió los datos de salud pública de 902 casos confirmados de dengue durante la epidemia de Cairns, Australia, entre 2008 y 2009, cuando el virus se propagó por el área metropolitana.
Durante 31 semanas, los trabajadores del sistema sanitario australiano aplicaron insecticida en 5.428 lugares a menos de 100 metros de muchos de los lugares identificados como focos del virus.
Mediante la comparación de estas ubicaciones de exposición potenciales que fueron rociadas con insecticida y las que no, el análisis reveló que la pulverización de interiores redujo la probabilidad de transmisión del dengue hasta el 96 %.
El mosquito de la fiebre amarilla, transmisor del virus, se encuentra predominantemente en interiores, dentro de dormitorios y en diversos materiales y superficies, lo que limita la aplicación de rociadores de insecticida en lugares como camiones.
Sin embargo, según el estudio, aunque la pulverización residual en interiores es más eficaz y puede durar meses, es menos utilizada porque requiere más tiempo y recursos.
Este método, además de prevenir el dengue, también puede usarse para frenar otros virus transmitidos por mosquitos, como el zika.