Familiares y amigos: pilares en la contención del paciente bipolar

Es posible que quien lo padece minimice sus síntomas y sienta que la medicación no es necesaria cuando se siente mejor. Por eso el entorno no sólo sirve para percibir los episodios maníacos o depresivos y describirlos al médico, sino también como contención.

El universo de posibles soluciones ante un problema físico es relativamente conocido: consulta al médico, toma de medicamentos, reposo. Sin embargo, cuando se trata de un trastorno mental, es posible que a quien lo padece le parezca un problema menos concreto o “real”, que minimice su importancia o que crea que es algo temporario. Sus familiares, por su parte, podrían sentirse desorientados y no saber cómo reaccionar, en especial, cuando el diagnóstico es reciente.

 

Así puede suceder en el caso del trastorno bipolar, una enfermedad psiquiátrica en la que alternan estados anímicos de euforia o maníacos con estados depresivos. En la fase maníaca, la persona siente agitación, omnipotencia y excitación y sobrevalora sus capacidades, lo que puede llevarla a realizar actos peligrosos para la propia vida. En la fase depresiva, se aísla de sus familiares y amigos, muestra poco o nulo interés por el trabajo o las actividades de ocio, y en los casos más serios, pueden aparecer pensamientos suicidas.

 

Esta enfermedad no tiene cura, y el tratamiento debe administrarse de por vida, con el fin de reducir los episodios, acortar el período de recuperación y mejorar la calidad de vida del paciente. Más allá de la medicación y de la psicoterapia que puedan indicarse, la familia y los allegados pasan a conformar una red de contención necesaria para asegurar el mayor bienestar del paciente.

 

¿Qué puede hacer el entorno?

 

En las enfermedades psiquiátricas, la participación de los seres queridos en el diagnóstico y el tratamiento es fundamental. A menudo, la persona afectada por el trastorno no se da cuenta plenamente de su conducta, se niega a recibir ayuda o minimiza los síntomas.

 

Cuando se consulta al médico, debe acompañarse al paciente para poder explicar al médico cuáles son los comportamientos que se han observado. El diagnóstico del trastorno bipolar no es fácil, con lo cual la información que puedan aportar los allegados, además de cómo se ha sentido el propio paciente, es sumamente valiosa.

 

Evitar que el trastorno bipolar empeore requiere cumplir con el tratamiento indicado, a fin de reducir los episodios de manía o depresión. Es sobre todo durante los períodos en que los pacientes se sienten mejor que creen que ya no es necesaria la medicación. En esta instancia, resulta importante insistir en la necesidad de continuar con la terapia.

 

Otra forma en que los familiares y amigos pueden ayudar es aprender acerca de esta patología. Esto les permitirá entender la enfermedad y sus síntomas. Además, es bueno pasar tiempo juntos haciendo actividades al aire libre o saliendo con amigos. Hay que escuchar al otro siempre que lo necesite y prestar especial atención cuando hable de hacerse daño. Esto debería ser un llamado de alerta.

 

Con el tiempo, es posible que los propios pacientes perciban cuándo están por padecer otro episodio maníaco o depresivo. Pero aun así, también los familiares o amigos deben intentar llevar un registro de los signos observados y detallar las circunstancias que rodearon el evento. Esto permitirá que, ante una nueva consulta, el médico pueda determinar cómo evoluciona la enfermedad y qué efecto está surtiendo el tratamiento.

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