Este año, el científico norteamericano Howard Gardner recibió el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales por “su compromiso social y ético con la mejora del sistema educativo, su apuesta por la excelencia y su relevante proyección internacional”.
Uno de sus más importantes aportes es la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que destierra la noción de que existe una única inteligencia humana, estandarizable y medible con instrumentos, como los tests, que sólo se centran en aspectos lingüísticos y lógico-matemáticos.
Para Gardner, a la hora de analizar el desarrollo mental son igualmente importantes otros aspectos como la emoción, la personalidad o la cultura. Y sostiene que, dependiendo de distintos factores, cada persona expresa en mayor o menor medida diferentes tipos de inteligencia. Ninguna de ellas funciona completamente sola y, en cada persona, se combinan de acuerdo con la personalidad, el contexto, los genes y otros elementos. A partir del desarrollo individual de esas inteligencias, enfrentamos nuestros problemas cotidianos, pensamos ideas, actuamos o inventamos productos.
La inteligencia lingüística es la comúnmente relacionada con la capacidad de leer y escribir, de manejarse cómodamente con las palabras, tanto en forma oral como escrita. La lógico-matemática es la de esos chicos que descollan jugando al ajedrez, resolviendo enigmas matemáticos o ganando juegos de estrategia. La capacidad para manejar los sonidos con habilidad -diferenciarlos, entender los tonos de una melodía, entonarla- se asocia con la inteligencia musical. La espacial está relacionada con lo visual, el color, las superficies, como para embarcarse en el universo de la arquitectura, la decoración o la pintura. La kinestésica o corporal es aquella que nos permite utilizar el cuerpo para expresarnos. Podemos llegar a ser buenos deportistas o bailarines y, también, escultores, mecánicos de autos o médicos cirujanos.
Las personas que desarrollan su inteligencia interpersonal son ideales para armar equipos y conducir proyectos en los que hay otros involucrados. La inteligencia intrapersonal está relacionada con el conocimiento de nosotros mismos, con la imagen que tenemos de lo que somos y de nuestras limitaciones; nuestro carácter y nuestras reacciones; la autocomprensión y la autoestima. Por último, existen quienes tienen la inteligencia necesaria para vincularse mejor con la naturaleza.
Con su teoría, Gardner revolucionó el mundo educativo al cuestionar las visiones tradicionales de la inteligencia y, con el tiempo, obligó a generar variaciones en los modos de enseñar. Según sus propias palabras: “En la mayor parte de los países del mundo las escuelas se organizan de maneras uniformes. Se enseñan y evalúan las mismas materias de las mismas maneras, a todos los estudiantes por igual, porque parece justo poder tratar a todos los estudiantes como si fueran iguales. Ellos se apoyan en el supuesto equivocado de que todas las personas tienen el mismo tipo de mente. Pero yo creo que todas las personas tienen un tipo de mente distinto”.
Con su teoría, se abrió un panorama más abarcativo, menos rígido y más centrado en la diversidad. Así, según sus concepciones, la realización personal y profesional no reside en acumular más y más conocimientos, sino en desarrollar la capacidad de comprender y crear, aprovechando lo mejor de cada uno.