La pérdida de un embarazo aumenta las probabilidades de que una pareja se separe, según un artículo publicado en la revista Pediatrics. El estudio de la Universidad de Michigan (UM) es el primero de alcance nacional que analizó el efecto del episodio, ya sea por aborto o por nacimiento de feto muerto, sobre el curso de las relaciones.
Por otra parte, el ensayo también fue novedoso ya que registró que las relaciones parentales tienen un mayor riesgo de disolverse después de la pérdida de un embarazo o el nacimiento de un feto muerto en comparación con las parejas que dan a luz a un bebé vivo.
El estudio definió al aborto como la pérdida de un feto antes de las 20 semanas de gestación, y el nacimiento sin vida, cuando esto ocurre 20 semanas antes del parto. A lo largo de un período de 15 años, las parejas que sufrieron los episodios anteriores mostraron un riesgo 22% mayor de separarse, en tanto que aquellas cuya criatura nació muerta registraron un peligro 40 % más alto de que se terminara la relación.
La investigación también midió la duración del peligro: en el caso de la pérdida de embarazo, el riesgo dura hasta tres años, mientras que en los nacimientos sin vida, el estado de alarma se mantiene hasta por nueve años.
«Dada la frecuencia de pérdida de bebés, estas conclusiones podrían tener incidencias sociales significativas si están relacionadas», dijo la autora principal del estudio, Katherine Gold, profesora asistente de Medicina Familiar y de Obstetricia y Ginecología en la Escuela de Medicina de la UM.
«El aborto y el nacimiento sin vida pueden ser acontecimientos muy fuertes y traumáticos para las familias», dijo Gold para luego agregar que por más que muchos matrimonios se unen más después de una pérdida, «si una pareja estaba bregando con dificultades previas, éste podría ser un enorme factor estresante».
Los investigadores realizaron un análisis de supervivencia con datos de la Encuesta Nacional de Crecimiento de Familia para mujeres casadas y en cohabitación que habían tenido un nacimiento vivo, un aborto o un alumbramiento sin vida, para examinar la asociación entre el resultado del embarazo y la supervivencia posterior de sus relaciones.
En EEUU, el 57% de los primeros matrimonios y el 31% de las primeras convivencias sobreviven unos 15 años, y se reconoce que los factores estresantes externos pueden poner las relaciones en un riesgo mayor.
Los hombres y las mujeres tienden a procesar de manera diferente el duelo después de perder un hijo, y padres y madres pueden encontrarse en conflicto acerca de los estilos para lidiar con el dolor, en un período ya de por si estresante, dijo Gold.
Dado que el 15% de los embarazos termina en aborto, y el 1% desemboca en un nacimiento sin vida, un número sustancial de padres y madres experimenta este tipo de episodios. Según los datos de la Encuesta Nacional de Crecimiento de la Familia en el Ciclo 2002, de 7.770 embarazos elegibles, el 82% tuvo partos normales, el 16% terminó en aborto y el 2 % en nacimiento sin vida.