Brindo por San Valentín y que en su día, en época de pandemia, nos anoticie que está por llegar a la tierra de los humanos esa dosis que pueda ser inoculada en el corazón y nos prive de una buena vez de vivir historias de desamor.
Puedo extraer la conclusión que la Covid-19 también se encarga de recordarnos viejos amores que laten aun en los corazones. Amores que en pandemia acompañan con el recuerdo de sabores “dulce amargos” que no dejan conciliar el sueño. Amores ya vividos que despiertan con la fuerza del virus, que interpelan lo real.
Una joven llama al psicólogo para aquietar su tristeza por su amado que abandona la relación sin dar cuenta la razón. Eso la deja en una perplejidad que ningún fármaco la redime.
Una viuda sexagenaria consulta por un llanto que no cesa de acompañarla mientras se va animando a limpiar cajones del escritorio de su difunto marido. El asombro es grande pues no son lágrimas de tristeza, nunca lo extrañó, más bien se alivió sin la presencia de aquel que fue su elegido, el padre de sus hijas, que según cuenta solo vivía para humillarla. No lo puede olvidar, no es odio, es dolor con mezcla de culpa por disfrutar de una vida con colores de paz y armonía en tiempos de Covid-19.
Otra mujer, madre de varios niños, consulta desesperada pues no puede abandonar la lavandina que la tiene ocupada fregando día y noche contra el virus. El pánico a la enfermedad la empuja a una limpieza sin límites de tiempos. Ante la pregunta de “¿Qué es lo que estas limpiando?”, ella responde atónita y casi sin aliento: “Años de violencia, licenciada”.
Y así podría seguir escribiendo historias de amor que, infectadas por algún virus sin nombre, se colaron en esos cuerpos de mujeres que llaman para ser atendidas. La pregunta del millón es: ¿Podrá la ciencia construir la vacuna del amor? ¿Alguna con un porcentaje de inmunidad contra el maltrato hacia la mujer?
Brindo por San Valentín para que en su día, en época de pandemia, se nos anoticie que está por llegar a la tierra de los humanos esa dosis que pueda ser inoculada en el corazón y nos prive de una buena vez de vivir historias de desamor.