ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE YALE |

La bicicleta también podría ser riesgosa para la salud sexual de la mujer

Según expertos, generaría pérdida de sensibilidad por la presión que ejerce el asiento en el área. Los problemas serían mayores cuando los manubrios están bajos.

Andar en bicicleta ya había sido asociado a la disfunción eréctil en el hombre. Pero ahora un nuevo estudio señala que puede causar una reducción en la sensibilidad genital y otros problemas de salud sexual en las mujeres, especialmente cuando el manubrio es más bajo que el asiento.

Esta nueva investigación, realizada por científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, EEUU, muestra que los trastornos se deben a la presión que ejerce el asiento de la bicicleta en el área genital.

Según los expertos, estos asientos pueden ser un riesgo de disfunción eréctil en el varón debido que comprime el área del perineo, la región anatómica que comprende el piso de la pelvis, entre el ano y el escroto, que alberga arterias y nervios muy importantes para el funcionamiento sexual normal.

Otros estudios ya habían mostrado que los hombres que montan en bicicleta al menos 5 horas a la semana pueden presentar un conteo menor de espermatozoides y menores posibilidades de concebir.

Pero los problemas no son sólo para ellos, ya que según los investigadores, muchas mujeres que andan en bicicleta o toman clases de spinning, se quejan de adormecimiento y pérdida de sensibilidad en el área genital. Aunque hasta ahora el vínculo no se había confirmado, el nuevo estudio, publicado en Journal of Sexual Medicine encontró que el asiento de la bicicleta también puede ser un riesgo para las mujeres.

El estudio siguió a voluntarias que realizaban trayectos de al menos 16 kilómetros a la semana en bicicleta, durante cuatro semanas al mes. Las participantes llevaron sus propios vehículos al laboratorio, que fueron colocados en máquinas estacionarias para que las mujeres las montaran como solían hacerlo en el exterior.

Los científicos compararon el efecto de diferentes tipos de bicicletas, con diversas posiciones de asientos y manubrios, y la presión en el piso pélvico de las ciclistas.

El análisis posterior midió la sensación genital de las participantes en micrómetros (una milésima de milímetros) utilizando un estesiómetro, un instrumento para mensurar la sensibilidad táctil. Tras los resultados, llegaron a la conclusión de que “modificar la organización de la bicicleta podría ayudar a aliviar las neuropatías en las mujeres ciclistas».

Durante la investigación también se llevaron a cabo mapas computacionales de la presión que ejercía el asiento y se compararon ambas mediciones. Los resultados mostraron que el factor que producía el mayor impacto en las participantes era la posición del manubrio.

Las mujeres que utilizaban bicicletas que tenían manubrios ubicados a nivel más bajo que el asiento tenían una mayor presión en el perineo y una menor sensación en el piso pélvico, entre el ano y la vagina.

Según los investigadores, entre los manubrios más bajos en relación con el asiento, más debe inclinarse hacia adelante la mujer lo cual la fuerza a colocar un mayor peso corporal sobre el perineo.

El problema se vio más exacerbado en las participantes que utilizaban el llamado manubrio caído, con el cual las manos deben colocarse aún más abajo y la ciclista debe inclinarse mucho más que con los otros tipos de manubrio.

«Básicamente mostramos que puede haber factores de riesgo modificables asociados a las mujeres ciclistas» explicó la doctora Marsha Guess, quien dirigió el estudio.

«Estos resultados ofrecen información importante para educar a las mujeres para que lleven a cabo prácticas seguras que reduzcan la presión y la pérdida de sensibilidad en el piso pélvico», agregó.

La conclusión, dicen los investigadores, es que «modificar la organización de la bicicleta podría ayudar a aliviar las neuropatías en las mujeres ciclistas». Pero subrayan que este fue un estudio pequeño y ahora será necesario llevar a cabo más investigaciones para analizar con más detalle estas asociaciones.

Fuentes: Journal of Sexual Medicine y BBC Mundo.

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