Cuatro de cada diez personas mayores de 60 años padecen cataratas, la causa más común de ceguera que ocurre como consecuencia del envejecimiento de los tejidos del ojo y que es tratable con cirugía, «una práctica cuyo éxito es superior al 95%», afirman especialistas.
«Las cataratas ocurren cuando el cristalino (la lente del ojo) se torna opaco, situación que promueve una disminución de la agudeza visual, una visión borrosa e imprecisa, encandilamiento, fotofobia y dificultad en la visión nocturna», explicó a Télam Nicolás Fernández Meijide, jefe de Trasplante de Córnea y Cirugía Refractiva del Hospital Italiano.
El también miembro de las sociedades argentinas de Oftalmología y Cirugía Refractiva y Córnea detalló que con los años las cataratas maduran naturalmente y, de manera lenta y progresiva, producen cambios que afectan la calidad de la visión.
Así, a los pacientes con cataratas se les hace difícil renovar su licencia de conducir, ver los colores y los rostros con detalle, o, simplemente, leer el diario o los mensajes en el celular.
«Generalmente esas dificultades se van instalando de manera paulatina, a punto tal que el paciente lo nota poco porque se va acostumbrando progresivamente a su nueva manera de ver», retomó Fernández Meijide.
Y continuó: «Las cataratas se consideran una parte normal del envejecimiento. Dos de cada diez personas mayores de 50 años las padecen, y luego de los 60 el valor asciende a cuatro de cada diez».
«No todas son iguales: algunas quitan más visión que otras y también están las que lo hacen más rápidamente que otras, pero, en general, son progresivas y ponen en riesgo las actividades cotidianas, incluso el deambular, ya que los desniveles como escalones, cordones o irregularidades del piso pasan inadvertidos para los pacientes», graficó.
Además de la edad, hay otros factores de riesgo como la herencia, la diabetes, una larga exposición al sol a lo largo de la vida, el consumo de cigarrillos, haber padecido trastornos visuales serios y un prolongado uso de esteroides, ya sea tópicos o sistémicos.
Entre las recomendaciones, sobresalen el empleo de anteojos de sol adecuados (que protejan al ojo contra los rayos ultravioletas o UV), controlar el nivel de azúcar en sangre, realizar ejercicios físicos periódicamente y no fumar.
«Ahora bien, cuando los síntomas afectan la calidad de vida cotidiana, se debe considerar la posibilidad de realizar una cirugía, cuyo éxito es superior al 95%», aseguró Fernández Meijide.
El especialista señaló que se trata de una de las prácticas más realizadas: «Se utilizan lentes intraoculares e incluso multifocales, que brindan un alto índice de independencia de anteojos de cerca y lejos. La cirugía se realiza con anestesia en gotas y una muy leve sedación, y los pacientes regresan a su casa al término y en cuestión de días retoman sus actividades», detalló.
Comentó además que en los últimos años hubo «un avance de calidad y seguridad muy grande en ese tipo de cirugía con la incorporación de un nuevo láser llamado de femtosegundo, que permite adecuar la profundidad, extensión y localización de las incisiones y con una precisión muy superior a la técnica convencional».
«Incluso se puede realizar la fragmentación del cristalino y casi toda la intervención con ese procedimiento sin tener que recurrir al ultrasonido, que fue la técnica estándar durante 25 años», describió.