Un niño que nace menos de dos años después que su hermano tiene más posibilidades de padecer autismo que el que lo hace al menos tres años más tarde, según se desprende de un estudio de la Universidad de Columbia, Nueva York, que publica la revista Pediatrics.
Los investigadores determinaron, a partir de una muestra de más de medio millón de niños californianos, que el espacio de tiempo entre los nacimientos es un factor de riesgo para la diagnosis del autismo.
Las probabilidades de que un chico sufra esta enfermedad aumentan cuanto menor es el tiempo que ha pasado entre los embarazos, de manera que quienes nacen menos de un año después de sus hermanos poseen el riesgo más elevado de padecer autismo.
Los científicos hallaron evidencias del vínculo entre el periodo entre embarazos y el trastorno en padres de todas las edades, lo que hizo que descartaran la posibilidad de que el factor de riesgo fuera la edad de los progenitores y no el tiempo transcurrido entre los nacimientos.
No obstante, uno de los principales responsables del estudio, Peter Bearman, advirtió a Pediatrics que se necesitan más investigaciones para confirmar la relación entre el espacio de los embarazos y el autismo. «La ciencia es muy lenta y funciona paso a paso», aseguró.
Los factores que explican la influencia del periodo de tiempo entre los nacimientos y la enfermedad no «están claros», lamentó Bearman, que apuntó a una combinación de distintas dinámicas.
Una de ellas podría ser que los padres se dan cuenta de los problemas en el desarrollo de sus hijos con más facilidad si tienen edades similares, ya que pueden establecer comparaciones entre ellos.
Asimismo, los factores biológicos característicos del periodo de gestación, como la pérdida de ácido fólico que sufre la madre, podrían explicar el vínculo entre la separación de los embarazos y el autismo.
En este sentido, la asociación caritativa en favor de la salud de los bebés «March of Dimes» explicó a la revista pediátrica que se recomienda al menos esperar un año entre los embarazos para que la madre pueda recuperarse de la pérdida de nutrientes, y evitar así el riesgo de dar a luz hijos con poco peso o que nazcan de manera prematura.
Sin embargo, Bearman rehusó dar consejos a los padres para su planificación familiar, por considerar que los resultados de este estudio que relaciona el espacio entre los nacimientos con el autismo son todavía «demasiado recientes y están por confirmar». Aunque si se permitió ofrecer una consigna a los futuros padres: «que presten atención a la ciencia».