Para comenzar a hacer ejercicio físico es fundamental contar con una rutina que sea placentera y sostenible a lo largo del tiempo.
Lo importante es mover el cuerpo, para generar endorfinas y activar músculos dormidos para el buen funcionamiento de todo el organismo.
Entonces, encontrar el deporte o la actividad que te guste es primordial.
Para comenzar…
Si tenés una bicicleta fija o te gusta andar en bicicleta, y no te gusta correr tanto; podés usarla para la entrada en calor o para volver a la calma.
En todos los casos, es importante volver a la calma con un trote suave para eliminar el ácido láctico acumulado que generó nuestro cuerpo al hacer actividad, y culminar elongando 1 minuto cada músculo involucrado en la sesión.
El primer mes podés entrenar de 3 a 4 veces por semana, siempre y cuando no tengas ningún dolor articular, ya que muscular vas a tener por el retorno a la actividad.
Luego, cuando estés más en forma, el cuerpo te va a pedir entrenar más días. Siempre tenés que ser conscientes de cómo te despertás al día siguiente. Es recomendable no repetir el mismo ejercicio dos días seguidos, porque podés terminar fatigando el músculo y ahí es donde se presentan las lesiones.
Cuando estés en esta etapa, podés entrenar los 5 días de la semana y tomar una pausa de dos días. Estos dos días de descanso se puede salir a caminar y andar en bicicleta. Más de eso no porque el cuerpo necesita recuperarse para volver a entrenar al ciento por ciento y así evitar lesiones.
Motivación a full
Si tenés la chance, podés incluir rutinas de pilates, y si estás cansado, hacé una clase de yoga. Lo importante es no quedarte quieto. Disfrutar de un cuerpo sano, mejorando nuestro ánimo. Más allá de todo, lo ideal es encontrar una actividad que te guste mucho, que te dé placer y alegría. Que cada vez que pienses en tirar la toalla recuerdes que es un rato que te dedicás a vos y en pos del objetivo que te hayas fijado.
